Opinión | MÁS ALLÁ DEL NEGRÓN

En campaña no todo vale

Los partidos muestran su peor cara en un intento de seducir a los electores

Voto por correo en la Ciudad Autónoma de Melilla

Voto por correo en la Ciudad Autónoma de Melilla / Europa Press

Sobre la campaña en Asturias, si ha sido limpia o sucia, ya han dado buena y exhaustiva cuenta las páginas de este periódico. Les hablaré de los exabruptos, insultos y malas artes de los contendientes aquí, al otro lado del Negrón, y, más en concreto, en Madrid. Llevo vividas decenas de campañas, desde la del referéndum de la Reforma Política en 1976, y no recuerdo ninguna tan bronca como esta del 28 de mayo en la capital.

Ni siquiera cuando Alfonso Guerra llamaba a Suárez "tahúr del Mississippi" o "perfecto inculto procedente de las cloacas del franquismo que regenta la Moncloa como una güisquería". O cuando Carrillo se mofaba de que el entonces presidente padecía "una lesión cerebral", O cuando José María de Areilza le comparaba con Curro Jiménez. O cuando un spot del PSOE en 1996 equiparaba al PP con un fiero dóberman con las fauces abiertas.

La primera sorpresa de la presente campaña la dio una lona en el centro de Madrid, del tamaño de la "banderona" desplegada en el paseo de Begoña tras el 1-O de 2017. En ella se podía leer en enormes caracteres "Madrid es la hostia". Ya son ganas de ofender a una buena parte de los electores. La había colocado Más Madrid en un intento de arrebatar a la presidenta Ayuso el monopolio del madrileñismo.

El PP de la comunidad vecina de Castilla-La Mancha no se quedó corto. Contrató un camión-anuncio con la leyenda "Que te vote Txapote", acompañada de las fotos de Pedro Sánchez, Emiliano García-Page y Arnaldo Otegi. El lema se hizo tan popular que se repite en los mítines madrileños del partido de Feijóo y hasta se venden camisetas con el eslogan. Txapote, no hace falta recordarlo, fue condenado a 50 años de cárcel por el asesinato de Miguel Ángel Blanco.

Podemos no podía ser menos y colocó otra lona en pleno barrio de Salamanca en la que podía leer: "Los cayetanos de este barrio han tenido un alcalde con dedicación exclusiva estos cuatro años. El 28 de mayo eso va a cambiar corriendo". El anuncio lo ilustraba una foto del campeón europeo de atletismo y candidato a la alcaldía, Roberto Sotomayor. Para quien no lo sepa el de Salamanca es considerado el barrio de los pijos –llamados despectivamente cayetanos–, pero también ha sido lugar de residencia, por ejemplo, del portavoz parlamentario de Podemos, Pablo Echenique.

También Podemos, y en el mismo barrio, colocó una nueva lona –las lonas se han hecho muy populares– con la cara del hermano de la presidenta Ayuso y unas declaraciones de Pablo Casado: "La cuestión es si cuando morían 700 personas al día se puede contratar con tu hermano y recibir 286.000 euros". Una camiseta con esa misma leyenda fue lucida por la ministra Ione Belarra en el banco azul del Congreso. El hermano de la presidenta es hoy un ciudadano particular después de que Anticorrupción desestimara su caso.

En el bar que frecuento, dado a las tertulias más polémicas, se ha vivido la campaña con inusitada tranquilidad. Sólo unas botellas de cerveza con la efigie de Ayuso –ya se sabe la devoción de la hostelería madrileña por la presidenta– han sido colocadas en un altar a la puerta del establecimiento. Aunque algunos tuercen el gesto al pasar por delante, son muchos más los parroquianos que se hacen selfies ante el retablo o que consumen con devoción la cerveza "La caña de España". Bien es verdad que en este barrio los perros no se atan con longaniza, sino con correas con los colores de la bandera de España.

Esta semana cometí el error de ir a certificar una carta a Correos en plena campaña electoral. Tardé una hora. Casi un centenar de personas –jóvenes, ancianos, familias con niños– se agolpaban intentando emitir su voto por correo. Pese a las colas, la burocracia infinita, no se oía una voz más alta que otra ni se percibía el menor síntoma de crispación, porque la crispación no está en la calle. "Yo solo he visto gente –deberíamos inventar otro ‘Libertad sin ira’– que tan sólo pide vivir su vida, sin más mentiras y en paz".