Opinión | INTERNACIONAL
Elon Musk, el gran inquisidor
Si alguien creía que de verdad iba a defender el libre intercambio de ideas, sin censura, sólo tiene que estar atento
A nadie puede sorprender ya la complicidad de las grandes compañías tecnológicas con todo tipo de regímenes que ven un problema en la libertad de expresión y el debate público. El último ejemplo, a la hora de escribir esta columna, lo ha protagonizado Elon Musk, el presunto campeón de la libertad de expresión, cuya red social -Twitter- decidió censurar mensajes de la oposición política a Erdogan en vísperas de las reñidas elecciones en Turquía.
La noticia ha saltado en los medios estadounidenses, que cumplen su función de vigilar al poder. Sin este precioso escrutinio, todas estas cuestiones pasarían desapercibidas, contribuyendo a la impunidad del poder tecnológico. Primero lanzó la bomba un periodista de Bloomberg, Matthew Yglesias, y lo hizo en Twitter interpelando directamente al admirado paladín de las libertades públicas. Musk respondió a la defensiva. Sin embargo, otros medios como el Business Insider, el Washington Post o incluso Vanity Fair han hurgado en la polémica decisión de Twitter, que -eso dicen- podría responder a una petición expresa del todavía presidente turco.
Las elecciones han estado muy competidas, hasta el punto de pasar los dos candidatos principales a una segunda vuelta que se presenta encarnizada. La prensa estadounidense ha recalcado las excelentes relaciones de Musk con Erdogan, con quien se ha hecho varias fotos y ha coincidido en diversos eventos, como la final del Mundial de fútbol de Qatar. Por supuesto, hay intereses comunes, que tienen que ver con otra de las grandes empresas de Musk, Space X. Esta empresa fue la encargada de poner en órbita el primer satélite construido por Turquía, en diciembre de 2021.
Las voces más críticas con la decisión de Musk y Twitter, que podría incluir el etiquetado de los mensajes de los líderes disidentes con Erdogan, no sólo han recordado estos vínculos afectivos y empresariales. La gestión del terremoto que dejó más de 50.000 muertos y miles de edificios destruidos también podría salpicar la reputación de Twitter. Se da la paradoja, además, de que Musk ofreció al gobierno turco el despliegue de su red de comunicaciones satelitales, StarLink, en la zona del terremoto, una oferta que fue rechazada.
Musk se ha desenmascarado a la misma velocidad a la que viajan sus negocios. Si alguien creía que de verdad iba a defender el libre intercambio de ideas, sin censura, sólo tiene que estar atento. Veremos qué pasa en la segunda vuelta electoral. Se aceptan apuestas.
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