Opinión | LAS CUENTAS DE LA VIDA

Un contrato con las Baleares

Los partidos políticos deberían ofrecer en campaña electoral un breve contrato con algunas propuestas de obligado cumplimiento

Elecciones.

Elecciones. / EPE

En las elecciones al Congreso de 1994, el líder republicano estadounidense Newt Gingrich se presentó con lo que entonces se llamaba "Contract with America", un contrato breve y conciso que los candidatos podían ofrecer al electorado con la promesa de cumplirlo al cien por cien si ganaban. Acababa de caer el Telón de Acero y el discurso neocón triunfaba en la política norteamericana. La oferta tocaba todos los grandes temas de la derecha de aquellos años: de la reducción de la Administración Pública y el Estado del Bienestar al ajuste de los presupuestos y la rebaja masiva de impuestos. Era otro momento y otro clima intelectual, que poco tiene que ver con los actuales; pero el concepto de contrato me sigue pareciendo interesante. La gestión municipal y autonómica se puede cuantificar más fácilmente que la nacional: es más cercana y directa, y por ello mismo no debería ser difícil presentar de forma nítida un acuerdo por el que pudiéramos valorar a nuestros dirigentes al cabo de cuatro años. Armengol, por ejemplo, ha prometido aprobar en los primeros cien días de legislatura una norma que equipare las bonificaciones de las familias de dos hijos con las de las familias numerosas. Me parece una medida excelente. Prohens, por su parte, ha señalado que, en estos cien primeros días, si ganan los populares, su gobierno eliminará el impuesto de sucesiones de padres a hijos. En mi opinión sería otra decisión acertada. Pongo dos ejemplos correspondientes a los dos principales partidos en liza en nuestra Comunidad. ¿Por qué no se animan a presentarnos un Contrato con Baleares, de tal modo que el votante tenga una idea lo más clara posible de cómo va a cambiar su vida en los próximos cuatro años? No hablo de los grandes temas –el fracaso escolar, por ejemplo, o el precio de la vivienda–, para los que nadie cuenta con una solución definitiva. Pero sí que hay una multitud de elementos plenamente cuantificables y decisivos. Casi todas las políticas, de hecho, son cuantificables de algún modo.

¿Qué debería incluir un contrato para las Baleares? Se dirá que depende de la ideología. Para unos, liberales y conservadores, las propuestas fiscales son clave. Hay que bajar impuestos, sí, ¿pero cuánto y cuándo? La calculadora del PP se acerca bastante a este concepto, aunque siempre se puede ir más lejos y aspirar a más. Lo más aproximado que hay en España a este compromiso con los votantes son Díaz Ayuso en Madrid y Juanma Moreno en Andalucía, los cuales legislan año tras año a favor de la rebaja de impuestos. Para otros partidos, situados en la izquierda, este convenio se orientaría hacia las políticas públicas de bienestar. ¿Cuáles? De nuevo tendría que ser algo medible: ¿cuántas plazas de guarderías y residencias de la tercera edad públicas se crearán? ¿Cuántas hectáreas se reforestarán? ¿Cuántas viviendas de protección oficial se construirán? Y así un largo etcétera.

Lo interesante de la idea de ofrecer un compromiso es que su visualización resulta muy sencilla para el votante no ideologizado. Y también su posterior juicio a los cuatro años. Pedirle cuentas a nuestra clase dirigente pasa también por exigirles que cumplan con lo concreto y que no se amparen en esa jerga de eslóganes pomposos que lanzan al vacío durante la campaña. Necesitamos un contrato claro y sin letra menuda para saber qué van a hacer con nuestro voto.