Opinión | EL CUERPO EN GUERRA

Playa Derrota

La salud mental jamás debería ser cuestionada por un profesional de la salud pública, no deberíamos tener que excusarnos

Salud mental.

Salud mental.

Derrota, abatida por completo, introduzco mi tarjeta sanitaria en la máquina, confirmo mi registro y me siento una vez más en la sala de espera de la Unidad del Dolor. Quiero llorar antes si quiera de entrar a consulta; no quería levantarme de la cama, tomar el desayuno ni venir hasta aquí. Suponen demasiado las palabras que he de pronunciar hoy hasta (o especialmente) para mí misma.

La secretaria me saluda -soy una habitual de esta santa sede donde tratan de hacer algo cuando ya no hay nada que hacer- y me dice que me ve bien, que seguro que eso es porque estoy mejor. Contesto instantáneamente con toda mi sequedad: "Pues me estoy muriendo de dolor y de ansiedad por dentro". Por favor, jamás juzguéis a un paciente de dolor crónico por su aspecto: el dolor no se ve, nada se transparenta de todo lo que guarda y siente en su interior. De hecho, es una de las peores cosas que podéis decirnos; mejor quedarse en un saludo al uso.

Los Deneuve, el mejor grupo cordobés que existirá jamás, tienen una canción que se llama Playa Derrota en su último disco, Sagrado corazón. Me digo que esta es, efectivamente, mi "playa derrota": esperar, cruzar las puertas al escuchar mi nombre, sentarme frente al doctor. Recitarle de memoria el discurso que he preparado mentalmente para que no se me olvide nada. Le insisto en cuánto ha empeorado el dolor y que mi psicóloga me ha pedido que le diga que he de tomarme lo del neuroestimulador con calma porque está dañando mi salud mental. Entonces me pide que le explique qué tiene que ver el aparato con mi salud mental, que en qué me afecta, que nuestro cerebro siempre es racional. Yo, derrotada, me pongo a llorar. No debería tener que dar explicaciones, pero le insto a revisar mi expediente y comprobar que tengo diagnosticada una enfermedad psiquiátrica que tiene que ver con la autopercepción de mi cuerpo. Él insiste. Después pondrá en el informe simplemente: "descontrol de su situación anímica".

La salud mental jamás debería ser cuestionada por un profesional de la salud pública, no deberíamos tener que excusarnos. Ni sentirme culpable de que el tratamiento experimental al que han sometido a mi cuerpo y que ha hecho que desaparezcan tres meses de mi vida haya fallado e, incluso, me dañe más física y mentalmente.

Esa es la vida de verdad, de eso va, no de problemas del primer mundo. Y no, la poesía no está muerta, pero ningún libro o presentación calma entonces. Tan solo derrota: los cadáveres de todas las piezas de mí que han quedado machacadas en alguna playa figurada.