Opinión | AVANCE CIENTÍFICO

Para las mujeres y madres sofocadas

Treinta años después de que la científica Naomi Rance mirara hacia el cerebro y no los ovarios para resolver uno de los efectos de la menopausia, un fármaco puede mejorar la vida de millones de personas

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Madres. Mujeres que hablan o conviven con sus madres. Madres que son abuelas. Mujeres que tuvieron madre y la han perdido o quizá ni la conocieron. El hilo de la maternidad va más allá de un cordón umbilical físico, visible, pero todas ellas van a sentir que se les hace bola, un buen nudo, la llegada de la menopausia.

Si entrar en los cuarenta o en los cincuenta da cierta sacudida en la vida de las personas, no deja de ser una fecha marcada en un calendario, una convención social más. ¿Cuántas veces hemos hablado de la edad biológica y la mental?

La menopausia es otra cosa, aún en la gran desconocida pese a que afecta a esa aún insignificante mitad de la población para tantos y tantos campos de estudio y leyes. ¿Las hormonas tienen que ver con el bache emocional y físico que sufren las mujeres menopáusicas? Sí. ¿Solo va la cosa de ovarios que dejan de funcionar? No.

Un estudio difundido por 'Nature' ha arrojado luz esta semana, la que acabaremos con flores y felicitaciones a las madres, sobre una de las cuestiones más infravaloradas por la comunidad científica y la sociedad, eso sí que es un regalo. Un nuevo tratamiento médico dirigido al cerebro, para estimular una respuesta distinta a la falta de hormonas que le proveían de glucosa, está en la última fase para su aprobación y ya ha demostrado, cuenta la revista científica, que se reducen drásticamente los molestos sofocos que sufren las mujeres ya desde la fase previa a la menopausia y en algunos casos hasta décadas después.

El hallazgo se basa en unos estudios de hace 30 años de Naomi Rance, ahora jubilada y pionera en el estudio de los sofocos. Su trabajo no fue materia prioritaria de desarrollo, por aquello de que no se ha catalogado como un problema grave, pero su aportación al bienestar de, insisto, una situación que tiene impacto directo en la mitad de la población puede ser un paso de gigante. Aunque solo sea porque estas “molestias” tienen un efecto directo en la productividad, si ponemos la lupa en la economía, y es patente el elevado número de mujeres de más de 45 años inmersas en el mundo laboral que cada vez ve más lejos la jubilación.

Ya no hablemos de los estropicios hormonales que han causado terapias de prueba y error a las que han sido sometidas los últimos años tantas y tantas mujeres, con riesgos de desarrollar otras enfermedades, y cómo los tratamientos naturales, infusiones y yoga, se han convertido en la tabla de salvación por incomparecencia de alternativas desde el mundo de la medicina.

Hasta el 80% de las mujeres sufrirán sofocos que interrumpe el sueño y el descanso. Ocho millones de mujeres españolas pasan en estos momentos la menopausia o la han pasado. 1.000 millones de mujeres en el mundo estarán en menopausia en 2025, y la solución puede estar en el comportamiento de unas neuronas en el cerebro. Aunque parezca mentira, el nuevo fármaco que puede empezarse a dispensar este año se presenta como el primer remedio consistente desde los primeros tratamientos con estrógenos hace 60 años. 

La pionera

Pienso en Naomi Rance, que desde el campo de la neuropatología puso el dedo en la llaga del problema, y apuntó hacia el cerebro. En su trabajo desplegado desde la Universidad de Arizona, donde ha dado un ejemplo para distintas generaciones que la han seguido, incansables pese a los obstáculos, para avanzar en el campo de investigación que ya abrió. Y en cómo reaccionará cuando por fin vea el impacto definitivo de su trabajo en las mujeres que la rodean, ahora que parece estar tan cerca el tratamiento que tiene que mitigar los efectos de esa menopausia que ya vamos normalizando, da otro paso más en su salida del armario.