Opinión | EL OBSERVATORIO
Sostenibilidad, localización y negacionismo
Debemos cumplir con los compromisos políticos reflejados en la agenda 2030 y para ello es necesario contar con la complicidad de la ciudadanía especialmente en las zonas rurales
"Los europeos no arriesgarán sus vidas por las emisiones de CO2, los carriles bici o la Agenda 2030". Con estas palabras el vicepresidente de Castilla y León, Juan García-Gallardo, intervenía en el Comité Europeo de las Regiones, señalando los líderes europeos como catastrofistas "con el objetivo de silenciar las verdaderas amenazas" del viejo continente. Es el mismo vicepresidente que hace unos días pedía a los estudiantes que cuestionaran el cambio climático, y no creyeran que el aumento acumulado de las emisiones de CO2 tuvieran efectos nocivos.
Estas palabras no son aleatorias ni aisladas, forman parte de una narrativa orquestada desde los años 50 y amplificada recientemente por algunos líderes mundiales (Trump y Putin entre ellos) mullidos en sofisticados think tanks financiados por determinadas corporaciones económicas, con el objetivo de retardar las acciones de emergencia declaradas a nivel global, y haciendo hincapié especialmente en las zonas rurales o con fuerte depresión económica.
No son solo palabras, Trump retiró a EEUU del acuerdo y compromiso de Paris y García-Gallardo pertenece a un gobierno de una región azotada fuertemente por los incendios en los últimos años, y donde sin embargo los protocolos contra extinción de incendios no se han actualizado durante décadas y en su texto no se incluye ninguna mención al cambio climático y sus efectos negativos para la propagación de incendios.
Al final es el mismo caldo de cultivo generado que pretende permitir en Andalucía, la creación de una zona de 1600 hectáreas de regadío intensivo con el agua de los acuíferos de Doñana y dejar totalmente seco el Parque Natural, aun sabiendo que Doñana es patrimonio de la humanidad, y un espacio natural protegido por directivas y normativas nacionales y europeas.
Mientras algunos intentan tejer estos discursos, el último informe del IPCC señala que la España del año 2050 será mucho más cálida y seca. "Debido al estrés hídrico que sufrirán muchas regiones, la península ibérica deberá enfrentarse a un reto en el que el agua será un bien escaso". Algo que ya estamos experimentando, pues la falta de lluvias en los últimos años especialmente en regiones como Cataluña, han puesto en alerta a las autoridades y una parte importante de la población,(la media de los embalses están al 50% de su capacidad y en el sureste no llegan al 30%).
Localizar los ODS y territorializar los objetivos climáticos es un propósito necesario
Así mismo, las emisiones de CO2 en la atmósfera se mantienen altas en nuestro país y no logran reducirse, según varios estudios, que alerta de forma alarmante, que siete millones de personas acabarán viviendo en zonas con escasez hídrica con el consiguiente efecto negativo. Afortunadamente los españoles en su mayoría tienen una fuerte comprensión de lo que ocurre, (somos el segundo país europeo con mayor compromiso contra el cambio climático por detrás de Italia, según un estudio de Ipsos con motivo del Día de la Tierra 2022). Pero no podemos bajar la guardia, ni distraernos, "no tenemos tiempo de perder el tiempo" como bien dice Mann, científico climático.
Tenemos la información suficiente y estamos padeciendo las consecuencias, no podemos distraernos. Debemos cumplir con los compromisos políticos reflejados en la agenda 2030, con celeridad e inteligencia. Y para ello es necesario contar con la complicidad de la ciudadanía especialmente en las zonas rurales, y los sectores económicos urbanos más vulnerables al cambio. Porque son estos quienes pueden pagar un precio más alto si no hacemos las cosas bien y porque es allí donde algunos pretenden enraizar los discursos más resistentes.
Un ejemplo claro de esta tarea necesaria y del cumplimiento de los objetivos climáticos a nivel europeo, es la transición energética que requiere de un aumento exponencial de inversión en infraestructuras, y que requiere necesariamente de una de planificación territorial clara y transparente, que tenga en cuenta una adecuada zonificación, minimice el impacto ambiental y paisajístico, preservando la biodiversidad y haga participe a los territorios de sus beneficios, desarrollo y gobernanza.
Solo así lograremos cumplir con los objetivos posibles conflictos, pero disponemos de buenos ejemplos y casos inspiradores para poder aprender de ellos. Localizar los ODS y territorializar los objetivos climáticos es un propósito necesario, creando ecosistemas de trabajo entre diferentes actores, conectando el conocimiento académico con la realidad territorial a través de procesos de escucha y participación, y generando procesos de desarrollo inclusivos que como marca la agenda 2030, hagan compatibles la prosperidad económica y la del planeta, colocando a las personas en el centro, y construyendo alianzas y partenariados que garanticen la paz social.
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