Opinión | EL OBSERVATORIO

El futuro incierto que seremos

"En este tiempo deberíamos haber aprendido que un contexto de poli crisis requiere un estado permanente de alerta, así como de una mejor preparación"

Fachada del Banco de España.

Fachada del Banco de España. / BANCO DE ESPAÑA

Estos días he vuelto a tener la misma sensación que tenía recién estrenado el año cuando desde este mismo espacio compartía una reflexión acerca de la incertidumbre del momento que nos ha tocado vivir, y ponía el acento en que “predecir lo que fuera a ocurrir en el nuevo año era cuanto menos un ejercicio incierto, y que era más inteligente invertir la energía y las ganas en tratar de estar mejor preparados para responder a lo que ya sabemos que sucederá que empeñarse en pintar escenarios catastróficos y augurar lo que no sabemos si ocurrirá“.

En este tiempo deberíamos haber aprendido que un contexto de poli crisis requiere un estado permanente de alerta, así como de una mejor preparación para afrontar un horizonte cargado de turbulencias e incertidumbre.

De esta forma, lo que realmente sería útil es tener la capacidad de evaluar las respuestas a las crisis desde la imparcialidad y la expertise huyendo del debate partidista y de las predicciones de “pájaro de mal agüero “.

Vivido lo vivido, parece recomendable no atreverse a acentuar acontecimientos catastrofistas como estrategia política en tiempos de crisis sobre todo si éstos a pesar de las dificultades y de los retos que todavía tenemos por delante, se consiguen capear en mejores condiciones de lo augurado.

En ningún caso podemos bajar la guardia, y debemos centrarnos ahora en el desorbitado precio de los alimentos y la insoportable dificultad de acceso y sostenimiento de la vivienda

Si echamos la vista atrás y tiramos de hemeroteca podremos analizar la cantidad de anuncios catastrofistas que algunos medios de comunicación y líderes políticos han repetido una y otra vez sobre la economía española en los últimos meses, prediciendo un otoño e invierno cargado de nubes negras y malas noticias.

Lo cierto es que somos un país poco dado a sacar pecho y presumir de lo nuestro, más bien tenemos afición a hablar mal de nuestras políticas y realidades fuera de nuestras fronteras especialmente si con eso conseguimos desgastar algo al gobierno de turno.

Sin embargo, cuando la UE liderada por tomadores de decisiones de tendencias políticas diferentes a nuestro gobierno, analistas de medios como The Times o Financial Times y los datos de estudios objetivos como el del Banco de España ponen en valor la resistencia de la economía española en el actual contexto de crisis, la creación histórica de empleo en el mes de marzo, el descenso de la inflación, o el cobro puntual de los fondos europeos, puede querer decir que algunas de las reformas emprendidas han funcionado, que la orientación en la respuesta por parte de la UE resulta acertada a diferencia de otras crisis pasadas, y que con todas las cautelas que requiere el momento, estamos navegando con rumbo acertado en medio del temporal.

Estaría bien que en alguna ocasión logremos ser capaces de inyectar confianza en nuestro país sin ponerle grandes peros

En ningún caso podemos bajar la guardia, y debemos centrarnos ahora en el desorbitado precio de los alimentos y la insoportable dificultad de acceso y sostenimiento de la vivienda entre otras cosas, pero esto es compatible con ser capaces de ver otros elementos positivos.

No sé si aprenderemos alguna vez a poner en valor lo positivo que conseguimos, pero al menos estaría bien que en alguna ocasión logremos ser capaces de inyectar confianza en nuestro país sin ponerle grandes peros, aunque sólo sea para contribuir a que el barco siga navegando con dirección firme hacia buen puerto y le dotemos de una mayor estabilidad en medio de la tremenda tormenta que vivimos, porque todo ello ayudará sin duda a determinar “el futuro que seremos”.