Opinión | EL TRIÁNGULO

A setas o a Rolex

Cuando España era una, grande y libre se sabía mejor qué hacer con esa homogeneización, pero ahora la globalización lo ha cambiado todo

Una imagen de la bandera de España.

Una imagen de la bandera de España. / EFE

Es difícil ser líder en un país multicultural, multilingüe y multireligioso. Cuando España era una, grande y libre se sabía mejor qué hacer con esa homogeneización, incluso con el eufemismo final, pero ahora que la globalización nos trajo no solo el modo de vida norteamericano es difícil quedar bien con todo el mundo. Del aborto es un derecho, en palabras del portavoz, Borja Sémper al paso atrás dado por el candidato Feijóo ante la reacción de un centenar de organizaciones antiabortistas católicas, entre ellas la encabezada por el exministro Jaime Mayor Oreja, y entre tanto, el acto este fin de semana en Madrid al que también acompañaban Ayuso y Almeida con las bendiciones evangélicas de otro Dios. Si esto no es un desquicie colectivo que baje cualquier dios y lo vea. Un poco de serenidad sería de agradecer, ¿dónde están? En un modelo de Estado laico, aconfesional, confesional a las claras, pero ¿de qué religión? La Conferencia Episcopal no se ha debido sentir muy cómoda viendo estas imágenes de la santería colándose en el partido de referencia en sus recomendaciones de voto, que además respeta ahora la esperada sentencia del Tribunal Constitucional sobre la ley del aborto. No les están dejando por dónde agarrarse, intentando captar votos de un lado pueden ir desaguando por otro, la elasticidad es una propiedad finita por mucho que ahora preocupe el voto del sur de la Comunidad de Madrid.

Los evangélicos se han convertido aquí en la primera minoría religiosa por número de templos, 3.000 se han abierto en los últimos veinte años. El avance del evangelismo, con cerca de un millón y medio de personas que profesa esta rama del cristianismo, los convierte en objeto de deseo de los partidos políticos, especialmente en los barrios más castigados de Madrid, así que, si hay que bailar a ritmo de bachata evangélica con la pastora Yadira Maestre al frente de la ceremonia, se baila. Si hay que competir con Vox denunciando la deriva autoritaria del Gobierno que utiliza las herramientas ilegítimas a su alcance, pues se hace, volviendo al discurso de la ilegitimidad del Ejecutivo nacional y trasladándolo de nuevo a las instituciones europeas por si no se habían enterado.

El 8M, la pastora Maestre arengaba a sus fieles, mujeres en este caso, sobre su condición de hijas de Dios, casadas o solteras para que no buscarán el abrazo endemoniado de hombres astutos hijos de Satanás. No sé cómo sentará esto en ese grupo de hombres perdidos en la nueva masculinidad y que se miran en Abascal como un espejo, porque él sí que sabe de modernidad, en su casa manda su mujer.

Santeros, Isabel la Católica, Juanas de Arco domésticas, que alguien ponga un poco de orden.