Opinión | LA COLUMNA

Concejales en la antipolítica

¿Quién quiere aparecer etiquetado bajo unas siglas cuando lo político sigue batiendo récords como problema?

El portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián.

El portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián. / JOSÉ LUIS ROCA

La prensa catalana recoge las dificultades de los partidos independentistas para elaborar candidaturas municipales en los pueblos pequeños y medianos del interior de Cataluña. El agotamiento del procés, la relajación de la tensión tras los indultos y las modificaciones legislativas, han hecho que muchos de estos cargos locales se sientan decepcionados y no quieran continuar. No hay enemigo contra el que enfrentarse y el desamor entre los aliados hace el resto para que la desilusión acampe. No es solo una realidad catalana, aunque los partidos políticos sean reticentes a admitirlo, y cada vez es más difícil encontrar a ciudadanos que quieran pasar a ser cargos públicos con escasa o nula remuneración, para ponerse en el disparadero no solo de sus adversarios, sino de sus vecinos o de la opinión publicada.

Es difícil encontrar incentivos para ceder tu tiempo, tu reputación en un ambiente poco colaborativo como el que se respira en la política nacional que se está permeando también a las contiendas locales. La desafección que va camino de ser estructural, según sondeo tras sondeo del CIS, no se iba a quedar solo en los grandes nombres conocidos, e incide en la ausencia de sensación de pertenencia de grupo, de sentirse a disgusto en la comunidad política.

La moción de Vox es otra charlotada que no pretende representar una alternativa sino colocar al resto de partidos en una situación incómoda

¿Y quién quiere aparecer etiquetado bajo unas siglas cuando lo político sigue batiendo récords como problema? Los partidos pequeños, los que queden en pie tras el tsunami de la vuelta a un cierto bipartidismo, son los que más dificultades encuentran para elaborar candidaturas competitivas en cada esquina de la geografía. La ausencia de fichajes estrella e incorporaciones de independientes es también un termómetro para percibir que los grandes partidos también están pasando por una situación de dificultad sobre todo en aquellos territorios que saben que van a perder. Ir al matadero con tu cara en los carteles electorales solo se hace por compromiso político con unas siglas o lealtad a las personas que reconoces como líder.

La moción de censura de Vox con Tamames como marioneta útil, porque no solo se compran voluntades con dinero a veces el halago surte el mismo efecto por menos, no es más que una vuelta de tuerca a lo mismo, embarrar la democracia y sus instituciones. Otra vez una enmienda a la totalidad, una charlotada que no pretende presentar una alternativa sino colocar al resto de los partidos en una situación de incomodidad, especialmente a su principal rival, y dejar una sensación de ruido durante dos jornadas. El problema es la política, es su mensaje para seguir difundiendo, luego buscaremos concejales esperanzados.