Opinión | ECONOMÍA
Next Generation financia la industrialización
Nuestro país posee prestigio internacional, es atractivo para los inversores y disfruta pese a todo de contrastada seguridad jurídica
Si la crisis global 2008-2014 fue afrontada por la Unión Europea con métodos equivocados, basados en la ortodoxia presupuestaria y en la austeridad salvaje, y dejó en todo el continente una sociedad deprimida y empobrecida, la crisis sanitaria del 2020 ha obtenido de Bruselas unas respuestas adecuadas que han minimizado el daño y que nos permitirán no solo reponernos de la contrariedad sino renacer mucho más deprisa de lo imaginable y alcanzar techos de desarrollo impensables antes de la pandemia.
En nuestro país cunde un agresivo pesimismo, denunciado por cierto con oportunidad por Felipe González en Extremadura esta misma semana, que nos impide gozar de la recuperación que está viniendo de la mano de los fondos Next Generation, y que nos brinda un cúmulo de oportunidades, sobre todo en el terreno industrial. Ya se sabe que hay elecciones cerca y que reconocer ahora que el país está en marcha se interpretará sin duda como un mensaje publicitario, pero esa sería una visión cicatera de la política que debemos desterrar porque el futuro está en manos de todos nosotros.
Los recursos que nos llegan de Bruselas han servido para equilibrar nuestra muy descoyuntada sociedad, pero además estas inyecciones socialdemócratas atraen capitales. En los últimos meses, grandes multinacionales —Google, Intel, Microsoft, Volkswagen, etc.— han anunciado inversiones por más de 30.000 millones de euros, y la generación de 200.000 empleos directos e indirectos.
Además, la autonomía estratégica que plantea la UE, que consiste en producir en Europa el 10% de los suministros básicos para evitar situaciones de escasez como la que padecimos al comienzo de la covid, abrirá numerosas vías que podrán aprovechar los emprendedores. Últimamente, las agendas del gobierno y del jefe del Estado están volcadas en el esfuerzo por la reindustrialización y en la atracción de inversiones.
Hay elecciones cerca y reconocer ahora que el país está en marcha se interpretará sin duda como un mensaje publicitario
Aunque nuestro sistema democrático es rehén de una minoría política que mantiene insidiosamente bloqueado el poder judicial, nuestro país posee prestigio internacional, es atractivo para los inversores y disfruta pese a todo de contrastada seguridad jurídica.
Lo inteligente sería que aprovecháramos todos este viento a favor y los recursos que nos llegan por nuestra pertenencia europea para trabajar codo con codo en pro de un país más rico y más equilibrado. Es evidente que no atinan los catastrofistas ni los taciturnos que emigran con gesto agrio a otras latitudes al mismo tiempo que aquí llegan a hacer negocio las grandes empresas que todavía no estaban con nosotros.
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