Opinión | LA SUERTE DE BESAR

Notas mentales de cara a las elecciones

Como las campañas electorales me agotan e incluso confunden, he anotado una serie de puntos para no olvidarme de cuestiones relevantes

Archivo - Urna electoral

Archivo - Urna electoral / EUROPA PRESS - Archivo

Primera nota: no ser sectaria. Es fácil creer que, como siempre has votado a unos, hay que continuar haciéndolo. O que, y esto es peor aún, que unos son los muy buenos y otros los muy malos (salvo los extremos, que rayan la ilegalidad. Sobre ellos hay pocas dudas). Abrir la mente es positivo.

Segunda: no votar a quien invierta dinero público sin criterio, vergüenza o respeto por los que pagamos los impuestos (esta nota va en negrilla).

Tener en cuenta a los partidos que se toman en serio la sostenibilidad y que la incluyen en sus propuestas de ciudad, pueblo o barrio. Pasar de los partidos que hacen como si les interesara la sostenibilidad, pero que, en el fondo, solo es una pose y siguen los consejos de su asesor de marketing. Esta es la tercera nota.

Cuarta: sí o sí tenerle simpatía en las urnas a quien haga políticas públicas que protejan a los más débiles: personas con discapacidad, hombres, mujeres o niños en situación de vulnerabilidad, familias con pocos recursos, desempleados y, muy importante, mayores. Hacerle ojitos a los partidos que planteen soluciones para que estos estén protegidos, cuidados y se sientan seguros en los entornos que ellos deseen. No hacer mucho caso a los que hablan de construir más residencias. Esta solución es más de lo mismo y no da una respuesta placentera a las necesidades. Premiar a los que planteen propuestas creativas, que para eso pretenden gobernar.

Quinta: ninguna nota es más importante que otra.

Sexta: saber reconocer cuándo nos están contando milongas. Algunos ejemplos: colocar contadores de árboles, que digan que controlan la circulación de los patinetes, que anuncien que persiguen la oferta ilegal de alquiler turístico, de ruidos o de ocupación de terrazas en espacio público. La ciudadanía no es tonta y penaliza la mentira.

Sexta B: saber reconocer que algunas milongas son, además, chorradas. Ejemplo: una campaña para concienciar sobre el racismo en el lenguaje aconsejando no usar expresiones como "dinero negro" o "brazo de gitano".

Séptima: escuchar atentamente a los partidos que propongan generar riqueza con lo que ya tenemos y mejorando lo existente. Me tomaré en serio a los que respeten el espacio de las montañas, los campos, las playas, que son nuestra verdadera riqueza. Presente y futura. Puede que crecer más no sea la solución. Puede que mejorar lo que ya hacemos, sí. Antes de votar, profundizaré más en este tema (otra nota en negrilla).

Octava: dejarse seducir por los partidos que estén decididos a reducir la burocracia y a poner al ciudadano en el centro de sus propuestas. No a la dificultad de las citas telemáticas, a la infinidad de documentos y modelos firmados y sellados. No a una atención al cliente en franjas horarias limitadas y con poco tiempo asignado. Necesitamos que nos traten bien.

Novena: interesarse por políticos predispuestos a pactar asuntos de calado para lograr el máximo sosiego social y acabar con los politiqueos de cada equis años. Modelos sanitarios, educativos o de protección a la mujer estables.

Décima: votar solo a quienes respeten, protejan y defiendan mis derechos y libertades fundamentales.

Últimas notas: nadie convence más que quien practica con el ejemplo y cumple sus promesas. No hacer caso a los faltones y maleducados y, sobre todo, ir a votar.