Opinión | ECONOMÍA

Empleo y poder adquisitivo

Los datos del paro son buenos, pero la elevada inflación por los precios energéticos y de la alimentación sigue siendo un reto para la economía española

Personas en paro hacen cola frente a una oficina del SEPE en Barcelona para ser atendidos.

Personas en paro hacen cola frente a una oficina del SEPE en Barcelona para ser atendidos. / Jordi Cotrina

Los datos del paro registrado y la afiliación a la Seguridad Social de febrero en España muestran que el empleo sigue creciendo, pese al debilitamiento económico causado por más de 20 meses de precios eléctricos muy altos, la continuada subida de los tipos de interés, el aumento del coste de la vida y las secuelas de la guerra en Ucrania. El mes pasado el desempleo aumentó ligeramente en 2.618 personas, hasta 2,911 millones. Pero con relación a febrero del año pasado, el número de desempleados se ha reducido en más de 200.000 personas. Estos buenos datos no deben hacer olvidar que España sigue siendo el miembro de la Unión Europea (UE) con la tasa de paro más elevada, habiendo desbancado incluso a Grecia: el 13%, el doble que la media de la UE (6,1%) y de la eurozona (6,7%), según Eurostat.

A pesar del leve repunte del paro, la afiliación a la Seguridad Social aumentó en más de 88.900 personas, situando el número de afiliados en 20,17 millones, 476.000 más que en febrero de 2022 y la cifra más alta de la serie histórica para un mes de febrero, aunque por debajo de los 20,34 millones del pasado mes de junio. Esto muestra la persistencia de una elevada estacionalidad en el empleo y la excesiva dependencia de la economía española de la actividad turística. El número de trabajadores autónomos -3,3 millones- cayó en febrero por segundo mes consecutivo respecto a las cifras de afiliación del mismo periodo del año anterior, lo que refleja el impacto negativo de los elevados costes energéticos y financieros y del freno a la demanda por la pérdida de poder adquisitivo general de la población.

Al encarecimiento de la cesta de la compra se suma el aumento de las cuotas hipotecarias y el precio de los alquileres

La elevada inflación sigue siendo un importante reto en España, aunque su tasa anual -6,1% en febrero- sea de las más bajas de la eurozona e inferior al 8,5% de media. Tanto en España como en la UE, los precios de los alimentos y de la energía son los principales factores inflacionistas.

La medida adoptada por el Gobierno español de rebajar el impuesto sobre el valor añadido (IVA) a un amplio abanico de alimentos no ha tenido el impacto deseado y la cesta de la compra de una familia se ha encarecido en un 3,5% en los dos últimos meses, en lugar de la rebaja esperada del 2,85%. La experiencia histórica ya hacía anticipar que rebajar el IVA a productos no sujetos a regulación y factura, a diferencia de los recibos de la luz, el gas o el agua, no suele repercutir en el consumidor sino que sirve para ampliar los márgenes de las empresas.

Al encarecimiento de la cesta de la compra, muy superior a la revalorización salarial, se suma el aumento de las cuotas hipotecarias y los alquileres. Las sucesivas subidas de los tipos de interés del Banco Central Europeo (BCE) han aumentado en casi un 50% el importe de las cuotas mensuales de una hipoteca media respecto a su nivel de hace un año.

Todo ello está recortando de forma muy marcada el poder adquisitivo de los ciudadanos, empobreciéndolos, lo que acabará traduciéndose en un freno al consumo y en un menor crecimiento económico.