Opinión | UNA IBICENCA FUERA DE IBIZA

Gente de bien y bah

"Las batallas más feroces se libran en el Congreso o el Senado donde los equipos de Comunicación de los aspirantes buscan LA FRASE"

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, interviene durante su segundo 'cara a cara' en el Senado con Feijóo en octubre de 2022.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, interviene durante su segundo 'cara a cara' en el Senado con Feijóo en octubre de 2022. / Alejandro Martínez Vélez / Europa Press

Basta darse una vuelta por un museo para comprobar que la mayoría de eso que llamamos ‘Patrimonio histórico’ son retratos y esculturas a caballo o blandiendo una espada de nobles de cuna con sus pelucas empolvadas y esa insulsa genética que acompaña a la endogamia. Huelga decir que hombres, en su inmensa mayoría. Y las contadas mujeres comparten el mérito del rancio abolengo o de la concepción inmaculada. Cualquier otra hembra, oronda y de nívea desnudez, podemos apostar que fue amante del artista —siempre un hombre—.

En aquellos tiempos un óleo era más que un ornamento que colgar sobre la chimenea del salón de té con la que alardear ante los invitados. Era la convicción de que el verdadero éxito va más allá de la pompa en vida, en trascender después.

Y así, en los marcos con filigranas en las paredes de palacios reconvertidos en museos se nos muestra la falacia de que este fue nuestro pasado. Que de aquí venimos. De un mundo pintado y esculpido por hombres donde las mujeres desempeñan personajes de reparto y los pobres… apenas fueron figurantes. Gente bien y gente bah.

Y la historia, al fin y al cabo, tanto no ha cambiado. Ahora, quizá, las batallas más feroces en aquello de trascender, se libran en el Congreso o el Senado donde los equipos de Comunicación de los aspirantes buscan LA FRASE que se extenderá mañana en la forma de erudito titular de prensa y trending topic de twitter.

Pero con demasiada frecuencia lo que era la bomba en la cabeza de algún asesor acaba trascendiendo, vaya que sí, pero convertido en meme. El más reciente de boca del pez Alberto Núñez Feijóo en su cara a cara con el presidente Pedro Sánchez. Acudía el jefe de la oposición con la tarea bien definida a cien días de las elecciones autonómicas: repetir el mantra de la crisis del gobierno de coalición y hacer leña del árbol caído del ministerio de Igualdad. Iba bien, vaticinando incluso que la ley trans supondrá otra ‘chapuza’ como la ley del solo sí es sí. Podría haberse ido entonces, victorioso, tras el primer "Termine ya, señoría", pero en lugar de eso, ya en tiempo de descuento, añadió: "Deje ya de molestar a la gente de bien. Deje de meterse en la vida de la gente". Más rápida que él en llegar a su asiento fue la onda expansiva de "la gente de bien" en llegar a todas partes.

Feijóo, que había empezado con la ventaja de la posesión de pelota, acabó lanzándola a los brazos del exbaloncestista Sánchez que no cabía dentro de sí: "Nunca imaginé, señorías, que reconocer derechos fuera a molestar a la gente de bien", para rematar con una canasta de tres puntos: "Señor Feijóo, cuando se levante, mire a ver si siente algo en la espalda". Aludiendo al primer aniversario de la lapidación ‘Popular’ de su antecesor, Pablo Casado. Nunca nadie trabajó con más ahínco que Casado para labrarse un bonito lienzo en las paredes de palacio. Repitió el "Váyase, Señor Sánchez, váyase" posando con vacas, ovejas, barricas y jamones. Luchó por un retrato en la trascendencia desde lo alto de un camión, un tractor o un telesilla para acabar defenestrado a la irrelevancia tras osar denunciar un supuesto delito de corrupción de la presidenta de la Comunidad de Madrid. Gente de bien que no quiere ser molestada. Gente a la que hay que procurar descanso y gusto.

Emulando a sus ancestros, Alianza Popular, que se opuso a la ley del divorcio, el Partido Popular mostró la molestia sistemática de todas las leyes que supusieran un avance en eso que llamamos derechos sociales. Desde el matrimonio homosexual (para orgullo patrio, tercer país del mundo en aprobarla; hoy presente en más de 30 países) a la antitabaco, la de igualdad, la reciente ley de eutanasia o hasta el recurso de inconstitucionalidad rechazado estos días por el Tribunal Constitucional contra la ley del aborto de 2010. He aquí el termómetro —en base a lo mucho o muchísimo que estas medidas molesten al lector— para el autocálculo de cada quien de su nivel de gente de bien o bah.

Un confuso trabalenguas lo mismito que derechas y derechos, o ‘gente bien’ (de posición social y económica elevada) y gente ‘de bien’ (honrada y de buen proceder), aunque los defensores a ultranza de la meritocracia insistan en que lo importante no es —y ojalá no lo sea algún día— de dónde procede uno, sino a dónde va.

A saber a dónde irá Feijóo. Si trascenderá convertido en el presidente que derogará tantas molestias o si será antes él la molestia de gente bien —no sería la primera vez— y lo condenen al olvido. Pero "deje ya de molestar a la gente de bien", LA FRASE, se quedará. Adornará por siempre la casposa exposición de memes del si se suman una manzana y una pera, nunca pueden dar dos manzanas; a mí no me gusta que me digan las copas de vino que tengo o no tengo que beber; todo es absolutamente falso salvo algunas cosas o el despido en diferido de Luis, sé fuerte.

Y es que, no nos damos cuenta y más lejos que nuestros retratos… llegan nuestros actos. Y nuestras palabras.