Opinión | ANÁLISIS

Hipocresía y derechos

No debería estar en cuestión si tener derechos depende de tu cuenta corriente, de tu código postal o del color de tu piel. Porque entonces no estamos hablando de derechos, sino de privilegios

Vista general de la bancada del Congreso de los Diputados

Vista general de la bancada del Congreso de los Diputados / EUROPA PRESS

Estas últimas semanas están en el debate público varios asuntos que nos hacen reflexionar sobre el derecho a tener derechos y sobre quién tiene derecho y porqué a tener derechos.

No debería estar en cuestión si tener derechos depende de tu cuenta corriente, de tu código postal o del color de tu piel. Porque entonces no estamos hablando de derechos, sino de privilegios. Pero cada vez que sale un tema un poco polémico, sobre todo polémico para los más conservadores, la titularidad del derecho vuelve a estar en cuestión.

Pondré algunos ejemplos. La semana pasada se aprobó en el Congreso la reforma de la ley del aborto y fue la excusa perfecta para el Partido Popular de cuestionar si el aborto es un derecho o no. Entre ellos no se aclararon mucho, su líder decía que sí, un obispo le decía que no, su portavoz moderado le enmendaba la cuestión, se volvía a decantar hacia el sí y así en un baile terrible que pretendía, erróneamente, dirigir la discusión hacia aborto sí o aborto no, cuando el aborto es un hecho que se ha dado durante siglos. De lo único que debatíamos realmente es si las mujeres tienen derecho a hacerlo con seguridad, con atención profesional, en la intimidad en su hospital de referencia, o si se ven abocadas a la clandestinidad, a la clínica privada especializada donde te señalan en la puerta, y a la condescendencia de pretender que te lo pienses o que veas todas las imágenes para hacerte sentir culpable. Es un debate hipócrita, porque las mujeres ricas, que pueden abortar donde quieran, lo van a seguir haciendo sin problemas, pero las pobres se verían señaladas, culpabilizadas, privadas de derechos y abocadas a poner su vida en riesgo. Ese es el debate. Esto no va de abortar o no abortar, sino de derecho a la seguridad, a la certeza, a la libertad. Para todas.

Esta semana se ha debatido también en el Congreso sobre la posibilidad de regular el Cannabis. El fondo del debate es el mismo. El cannabis se consume. Tanto con fines recreativos como medicinales. Aquí el debate no es si la gente fuma porros o no, si quien necesita el cannabis medicinal para soportar el dolor lo va a consumir o no. Se consume y se seguirá consumiendo. Lo que se debate en realidad es si se puede comprar con seguridad o no, si va a seguir siendo un negocio opaco en manos de las mafias o un sector productivo que crea empleo y paga impuestos, si podemos proteger a los adolescentes con el ordenamiento, si lo vamos a poder consumir con garantías de calidad y seguridad y si el consumo adulto se podrá hacer con libertad, o si seguimos cerrando los ojos muy fuerte y poniendo a la gente en riesgo.

Un ejemplo más ha sido el debate sobre el derecho a un permiso para las personas en riesgo de suicidio. Un permiso para tener derecho a ser cuidados y acompañados. Porque, al igual que en el caso del aborto, quien tiene dinero y una situación privilegiada puede faltar al trabajo para cuidar a sus seres queridos, puede pagarse un psicólogo, puede organizarse frente a las dificultades económicas. Y quien se encuentra en una situación muy vulnerable, enfrentando la desesperación lo tiene mucho más difícil. Pero todos deberíamos tener derecho a poder ser cuidados y acompañados en un momento de máxima vulnerabilidad. Todos.

Por último, traigo el ejemplo de las Golden Visa, de las que ya he hablado en artículos anteriores. Esta herramienta ofrece a los ciudadanos ricos de otros países la posibilidad de conseguir un permiso de residencia en España a cambio de invertir o comprar un inmueble por importe superior a 500.000 euros. Una vez más los derechos dependiendo de la cuenta corriente. Derechos solo para los ricos. Los migrantes que vienen a nuestro país a trabajar, a producir en nuestra economía, a pagar iva y cotizar a la seguridad social para pagar nuestras pensiones, todo tipo de trabas. A los migrantes ricos, que no vienen a producir ni a pagar nuestras pensiones sino a especular con la vivienda, alfombra roja. Portugal ya lo ha suprimido y España sigue siendo de los países a quien la Unión Europea ha llamado la atención por este tema. Una vez más el debate no es sobre la inmigración sí o no. Permisos sí, pero no pueden ser solo para los ricos.

No podemos seguir teniendo debates hipócritas y derechos solo para quien se los pueda pagar.