Opinión | ANÁLISIS

Francia-España: a la greña por el hidrógeno

El desencadenamiento del conflicto ha obligado a Occidente a dejar de comerciar con Rusia que se ha beneficiado históricamente de su abundante provisión de hidrocarburos frente a una Europa occidental energéticamente pobre

Bruselas evita apoyar el MidCat y lo deja en manos de España y Francia

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La inesperada guerra de Ucrania puso de manifiesto con crudeza el inexplicable error alemán de incrementar, tras la caída del Muro de Berlín, su dependencia energética con respecto a Rusia hasta extremos que como mínimo habría que calificar de imprudentes. El desencadenamiento del conflicto ha obligado a Occidente a dejar de comerciar con Rusia para no alimentar al monstruo, que se ha beneficiado históricamente de su abundante provisión de hidrocarburos frente a una Europa occidental energéticamente pobre, que ha encontrado en el este la solución más fácil a su carencia.

Pese a los malos presagios que se hicieron, la Unión Europea ha conseguido abastecerse con cierta comodidad este invierno, gracias en buena parte a los hidrocarburos norteamericanos procedentes del fracking y al abundante suministro del norte de África y del Próximo Oriente, pero el gigante alemán necesita garantizarse un suministro estable, permanente y racional, como el que pueden ofrecerle Francia y los dos países ibéricos, Portugal y España.

Como es conocido, Francia ha apostado durante mucho tiempo por la energía nuclear, y aunque la crisis actual irrumpió cuando 15 de sus 56 reactores estaban siendo revisados por un grave problema técnico, París piensa seguir en esta línea y ya están proyectados otros 14 reactores. Alemania, en cambio, decidió en 2011 abandonar la energía nuclear tras el accidente de la central japonesa de Fukushima y optó por nutrirse del gas ruso, barato y abundante, que llegaría a través de los dos grandes gasoductos del Báltico, NortStream 1 y 2, y ya ha sido desmantelado todo el parque de centrales salvo dos plantas del sur de Alemania, Isar 2 y Neckarwestheim 2, que siguen funcionando más allá de la fecha prevista de clausura, a finales de 2022, por culpa de la crisis energética.

Alemania necesita garantizarse un suministro estable, permanente y racional, como el que pueden ofrecerle Francia y los dos países ibéricos

Y la pretensión de Francia es abastecer a Alemania mediante hidrógeno líquido fabricado con su energía nuclear… una posibilidad que requiere que la UE considere “verde” este combustible, algo que niegan varios países por la desconfianza que suscita la energía de fisión. Francia, postergada por Berlín cuando los alemanes renunciaron a la energía nuclear, pretende así hacerse con la hegemonía económica en la UE, que últimamente ha ostentado indiscutiblemente Alemania.

España y Portugal, por su parte, aspiran también a contribuir a abastecer energéticamente al centro y el norte de Europa, y a Alemania en particular, fabricando también hidrógeno líquido pero “verde”, es decir, a partir de energías limpias, eólica y termosolar. Esta pretensión requiere la materialización de la conducción submarina entre Barcelona y Marsella, el H2Med, que daría a la Península acceso al mercado centroeuropeo.

Esta tubería, que sustituiría al proyectado Midcat, un gasoducto ya descartado, fue pactada en la cumbre hispanofrancesa de Alicante el pasado diciembre, pero ahora París está insinuando un incómodo chantaje: el proyecto sigue en pie pero si no se autorizase a Francia a fabricar hidrógeno “verde” a partir de la energía nuclear, no le valdría la pena realizar la inversión que le toca en el H2Med. En otras palabras, España y Portugal accederán al mercado energético alemán siempre que Francia no pierda comba en esta reestructuración.

Lógicamente, esta treta ha molestado a España, y la vicepresidenta Teresa Ribera no lo ha ocultado. “Si Francia ha cambiado de opinión sobre el H2Med, que lo diga”, ha sido el exabrupto de la responsable de la Transición Ecológica. Al que el embajador de Francia en España ha respondido mediante una nota difundida por las redes sociales en la que critica “el tono” de la ministra Ribera.

Es evidente que Alemania debe haber aprendido la lección, y tras el grave error red Merkel de fiar su futuro energético a una sola carta, Scholz no hará lo mismo con respecto Francia: Berlín diversificará sus fuentes de abastecimiento, y con toda probabilidad recurrirá para ello a Francia y a la Península Ibérica al mismo tiempo, sin desdeñar otros mercados más alejados. Lo que lleva a concluir que Francia y los países ibéricos están condenados a entenderse.

Lo deseable es, pues, que en el seno de la UE se consiga un acuerdo que permita a Francia mantener sus centrales nucleares —obligándole quizá a perfeccionar la seguridad de sus sistemas de almacenamiento de residuos—, que producirán un hidrógeno ‘rosa’ que todavía, por el momento, es más barato que el ‘verde’, mientras progresa la generación mediante renovables en los países del Sur. Francia querría aprovechar su posición central para abastecer de forma destacada al continente, lo que haría innecesario el H2Med y la vasta red de transporte que se proyecta, pero la historia de Europa es la que es y Berlín no tropezará, se supone, dos veces en la misma piedra.