Opinión | VIENTO FRESCO

Calcetines

Así a ojímetro, en estos días invernales, se ve una clara evolución de la moda

Tienda de calcetines.

Tienda de calcetines. / LAURA GUERRERO

Va detectando uno en estos días en los que el frío aprieta una alegría calcetinera o calcetinista, colores vivos, dibujos, calcetines amarillos, calcetines verdes, calcetines de Disney, del Betis, de Pokemon, de lunares. Mira el cronista los suyos, negros rigurosos, de toda la vida, y se siente un tanto fuera de lugar. Dónde estaba uno cuando evolucionó toda esta moda. -Oiga, ¿pero usted que va mirando los tobillos por ahí?

Ha pasado como con los zapatos, que antes eran previsibles y ahora son zapatillas de deporte. El calcetín dice mucho del carácter del que lo lleva, pudiendo calificar directamente de lunático al que en pleno verano los incorpora. Punible con cárcel deberían ser los blancos con chanclas y entrañables pero prohibidos deberían declararse los que tenían un par de rayitas, roja y azul, y una raquetita. Los hubo que se llamaban ejecutivos, pero eran muy agresivos. El calcetín no tiene quien le haga greguerías. El calcetín fue la caja de ahorros para muchos, que no veían mejor dinero donde guardar sus escasas monedas. Al menos no los sangraban a comisiones. La media es la prima delgada del calcetín. El calcetín es pariente del guante, pero le tiene envidia porque el guante va al aire libre y coge cosas y a veces acaricia una manzana o una cintura.

Se dice echar el guante pero no echar el calcetín, que según quién lo eche puede desmayar al oponente con el olor. Cuántas madres habrá ahora mismo recogiendo calcetines del cuarto de un adolescente. Los calcetines son monógamos. Si acaso, viudos. No hay manera de volver a emparejarlos. No hay Tinder de calcetines. Es de cajón que los calcetines se magreen. Nunca entendí ese dicho de que un hombre se viste por los pies, que tal vez inventó un calcetinista. Lavar calcetines a mano como última forma de esclavitud. A veces son introvertidos: les gusta perderse solos. Recordamos nuestros jerséis pero no nuestros calcetines. El calcetín es el espejo del alma, que la cara ya se ha cansado de serlo. El calcetín tiene largas vacaciones de verano. No les gusta el pluriempleo.