Opinión | LA ESPIRAL DE LA LIBRETA
Detrás de Xavier Trias
Tras el candidato de Junts hay la imagen de un ‘señor de Barcelona’. ¿A cuánto cotiza ese señorío en pleno siglo XXI?
Se cuidó mucho el candidato de Junts en Barcelona de acudir a la manifestación independentista en contra de la cumbre hispano-francesa. El hombre tenía una escapada comprometida a Murcia. Parece que el viaje incluía jugar a golf, un deporte que se ajusta más a quien pretende captar el voto de los amantes del orden que una protesta contra un tratado europeísta. Entre el ‘seny’ del 'green' y la ‘rauxa’ de los prosélitos de Puigdemont, no hay color.
Las encuestas van por barrios, mientras unas remiten a Xavier Triasa posiciones secundarias, otras le premian con la corona de laurel. Pero la campaña electoral aún no ha empezado y es el momento de hacer inventario de provisiones y municiones. Entre cuatro candidatos anda el juego.
Ada Colau no solo cuenta con obra de gobierno (que levanta odios y pasiones por igual), también es el soporte catalán del Sumar de Yolanda Díaz. Es posible que en la contienda municipal recoja los primeros frutos de quienes quieren impulsar al nuevo proyecto. Jaume Collboni puede hacer algo mejor que apelar a la obra hecha, puede jugar a arrogarse los éxitos y a desvincularse de los fracasos, es lo que tiene no ostentar el bastón de mando. Tras él (o junto a él o delante de él) andarán un Salvador Illa muy consolidado y, sobre todo, un Pedro Sánchez muy consciente de que una Barcelona teñida de rojo sería un gran paso para revalidar su victoria electoral. Tras Ernest Maragall está el partido del Govern y su avituallamiento es prolijo en conocimiento de Barcelona, aunque la irrupción de Trias parece haber desdibujado su posición.
¿Y Trias? Hay cierta vacuidad a su alrededor. La imagen de su partido no le favorece. Junts es sinónimo de muchas cosas, menos de orden. Son los que abandonaron el Govern sin más razones que lanzarse al monte aplaudidos por Waterloo. Su sector ultra aúna y moviliza a los personajes más esperpénticos. No es de esperar que Trias vaya por libre, no lo hizo cuando defendió los recortes sanitarios de Mas o cuando se subió al carro del independentismo. Ni siquiera puede ofrecer un legado favorecedor de su paso por la alcaldía. Se encontró con una ciudad aseada económicamente, tiró adelante los proyectos que ya estaban trazados, surfeó en minoría, miró de Diagonal para arriba y poco más. Eso sí, detrás de Trias hay la imagen de un ‘señor de Barcelona’. ¿A cuánto cotiza ese señorío en pleno siglo XXI y con los retos colosales del presente y el futuro? ¿Cuánto de esperanza útil, cuánto de añoranza estéril y cuanto de aburrimiento hay detrás de esta etiqueta?
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