Opinión | RUPTURAS

Cuando el despecho empacha: Enrique, Shakira, Tamara…

Compartir con los demás nuestra vulnerabilidad está bien, pero recrearse o exagerar los sentimientos con el propósito de manipular políticamente o enriquecerse tiene "clara-mente" otro nombre: sensacionalismo

El Príncipe Harry

El Príncipe Harry / Reuters

No sé cuánto nivel de despecho ajeno voy (y van) a poder soportar más. Recapitulemos. Empezamos la semana con un 'remake' del asalto al Capitolio por parte de bolsonaristas enfadados con la democracia en general (y con Lula en particular) que tomaron los tres poderes en Brasilia y se dedicaron a reventar cristales, destrozar mobiliario y profanar obras de arte para constatar su berrinche por haber perdido las elecciones y no aceptar las reglas del juego. Horas después, con motivo de la publicación de sus memorias, el príncipe Enrique concedía una serie de entrevistas televisivas para promocionar su libro. Nos relató cómo perdió la virginidad, reveló que mató a 25 talibanes, tildó a su madrastra Camila (ahora reina consorte) de villana y acusó a su hermano (heredero) de tenerle envidia. Explicó cómo el príncipe Guillermo lo agredió físicamente, cogiéndole por el cuello y rompiéndole un collar de cuero (que casualmente sale en su foto de portada), algo que hizo que acabara en el suelo y cayera sobre los cuencos de porcelana del perro que se le clavaron en la espalda. Su hermano le pidió disculpas por la agresión y le suplicó que no lo contara, pero… 

Que Enrique y Meghan andaban despechados con la familia real británica nos había quedado clara-mente (perdón, no he podido resistirme) con la entrevista que concedieron a Oprah Winfrey. También con la posterior serie documental de Netflix y ahora con el libro y las morbosas declaraciones. Pero hubiera sido conveniente considerar cuanto nivel de despecho estaba el mundo dispuesto a tolerar. Por lo que fuera, quizá tenían prisa en explotar el despecho a corto plazo y no administrarlo en dosis a largo plazo. Hasta el 'New York Times', al evaluar su nivel de popularidad, ha llegado a advertirle esta semana a la pareja de que tanta queja y lloro empieza a resultar un tanto cansino y pesado incluso para los estadounidenses, tan propensos y amantes al drama y el sensacionalismo, que habían acogido a los exiliados reales con los brazos abiertos. 

Empachados de tanto despecho, y si con 'Te felicito' y 'Monotonía' no había sido suficientemente explícita, llegó la tercera (¿y definitiva?) interpretación cantada del pique de Shakira con su ex. Así como el príncipe Enrique asegura que con sus revelaciones y confesiones no pretende de ningún modo alguno herir a su padre y hermano y que alberga la esperanza de la reconciliación; la cantante colombiana asegura que ha superado la ruptura con Gerard Piqué y que le guarda cero rencor (sí, se ve clara-mente). La cantante no es la primera ni será la última cantante que cante su despecho y nos dé a las demás herramientas para superar un corazón roto (que levante la mano quién no se haya aferrado, entonado y hecho suya la letra de 'Ese hombre' de Rocío Jurado o 'Todos me miran' de Gloria Trevi); pero los psicólogos y los amigos también pueden ayudar a pasar página en la intimidad. No hay nada malo en compartir con los demás nuestra vulnerabilidad (reconocer que como seres sintientes nos pueden herir y provocarnos dolor, ira, rabia, venganza, tristeza…); pero recrearse o exagerar los sentimientos con el propósito de manipular políticamente o enriquecerse (la canción de la venganza lleva 64 millones de reproducciones y Enrique se ha embolsado 40 millones de dólares por las memorias y 100 millones por la serie en Netflix) tiene clara-mente otro nombre: sensacionalismo. Porque además, como bien sabe toda persona altamente sensible y tan bien transcribió en verso Alejandro Sanz, “el dolor cuando es por dentro es más fuerte, no se alivia con decírselo a al gente”…

Tarareando (o no) “una loba como yo no esta pa’ tipos como tú”, llegó el jueves por la noche y comprobamos que, al final, del despecho al amor hay un solo nanosegundo en el metaverso de los personajes públicos: Tamara Falcó confirmaba en prime time que ha decidido perdonar los cuernos que le puso su prometido (y lo que es peor, olvidar que ese hombre le propuso matrimonio con un anillo abierto insinuando que lo suyo iba a ser una relación abierta sin ella saberlo). Si con la ruptura subió el caché de sus apariciones, a ver a cuánto asciende el negocio de la reconciliación…