Opinión | MONARQUÍA

Palabra de rey

El discurso en la celebración de la Pascua Militar ha provocado voces políticas discordantes que, además de criticar tal posición ideológica, protestaron por una declaración que entendieron política y por lo tanto impropia de un rey

Celebración de la Pascua Militar en Madrid

Celebración de la Pascua Militar en Madrid / CHEMA MOYA

En la pasada celebración de la Pascual Militar, el día de Reyes, Felipe VI presidió el acto, asistido por la ministra de Defensa, Margarita Robles, quien simbólicamente refrendaba la presencia del jefe del Estado, a quien corresponde “el mando supremo de las Fuerzas Armadas” (Art 62 h CE).

En su intervención, el monarca manifestó que “la guerra de Ucrania ha hecho evidente la necesidad de invertir en Defensa” y, tras recordar el “aumento significativo en el capítulo de inversiones destinado a la mejora y modernización de las capacidades militares” previsto en el presupuesto de Defensa para este año, que aumenta casi el 26% respecto a 2022, añadió: “El reto ahora es adquirir los medios y dotar a las unidades con lo necesario para lograr una Fuerza Conjunta aún más moderna, eficaz, viable y sostenible a medio y largo plazo”.

De inmediato han surgido voces políticas discordantes que, además de criticar tal posición ideológica, protestaron por una declaración que entendieron política y por lo tanto impropia de un rey, que ha de mantener una exquisita neutralidad.

En una monarquía constitucional, la posición pública del Rey es la de su gobierno, sin matices. En el Reino Unido, el monarca lee textualmente el programa con que el Ejecutivo de turno abre el curso político, y nadie piensa en que pueda incurrir en parcialidad. Y aquí, nada indica que suceda de otro modo: en realidad, quien puso las palabras del rey en su boca en la ocasión mencionada fue la ministra Margarita Robles, quien en su turno de palabra redondeó la exposición regia.

Quizá sea necesaria una ley de la Corona que especifique que, cuando el Rey está en un acto oficial, actúa bajo el refrendo sobreentendido de su gobierno"

Quizá sea necesaria una ley de la Corona que especifique que, cuando el Rey está en un acto oficial, actúa bajo el refrendo sobreentendido de su gobierno. Así se conseguiría mejor que la Corona no se desgaste con propuestas ajenas. Otra cosa es que el Rey estimule espontáneamente el complimiento de la Constitución, haga llamadas a la equidad o a la concordia o nos ilustre sobre los grandes valores humanos: al actuar así, desarrolla su verdadero fundamento.