Opinión | ANÁLISIS

Pronósticos para 2023

Los pronósticos son absurdos si no consisten en la prospectiva, en proyectar tendencias, sabiendo de antemano que hay un significativo margen de error porque muchas variables no se comportarán según el precedente

Imagen de archivo de soldados ucranianos en Jarkov, Ucrania.

Imagen de archivo de soldados ucranianos en Jarkov, Ucrania. / -/Ukrinform/dpa - Archivo

Se atribuye al físico danés Niels Bohr la boutade de que “hacer predicciones es muy difícil, especialmente cuando se trata del futuro”. Y realmente los pronósticos son absurdos si no consisten en la prospectiva, en proyectar tendencias, sabiendo de antemano que hay un significativo margen de error porque muchas variables no se comportarán según el precedente. Pese a ello, hay históricos visionarios que marcaron hitos admirables: Tocqueville y Napoleón previeron la emergencia de América y de Rusia; Marx, la mundialización; Keines y Bainville, las consecuencias del Tratado de Versalles; De Gaulle, en 1940, la victoria aliada, y en 1959 la ruptura inevitable entre China y Rusia…

Pese a la especial dificultad del empeño y al escaso crédito que logran los predictores, en los Estados Unidos abundan los gurúes que se atreven a formular pronóstico. Así por ejemplo, Richard Haass, presidente del Council on Foreign Relations desde julio de 2003, acaba de efectuar diez anuncios proféticos para 2023: la guerra de Ucrania se mantendrá aunque a un nivel de intensidad más bajo; China no intentará apoderarse de Taiwán por qué Xi Jinping esta maniatado por la pandemia y por la gran caída de la productividad; Japón, que duplica sus gastos de defensa, se convertirá en una emergente potencia global; Corea del Norte realizará su séptima prueba nuclear, sin consecuencias; se enfriarán un tanto las relaciones trasatlánticas por el mayor proteccionismo de USA y la dependencia de la UE con respecto a China; la expansión de la economía global será inferior a la prevista (el FMI anuncia un crecimiento del 2,7%); la COP 28 que se celebrará en Dubái será también decepcionante; la crisis entre Israel y Palestina se acentuará por las desmesuras del gobierno de Netanyahu; India insistirá en no alinearse y podría deslizarse hacia un mayor iliberalismo; y por último, Irán podría embarcarse en un conflicto civil o provocar un inapelable ataque israelí.

En lo tocante a España, las previsiones son complejas porque las opciones políticas siguen sin estabilizarse. PP y PSOE competirán a cara de perro, tanto en las elecciones autonómicas y municipales como en las generales, debiendo contar con las minorías radicales y periféricas. Lo lógico es que la mayoría que ha afrontado con buen tino la pandemia y la guerra con especial atención a los de abajo consiga imponerse a una derecha que no encuentra su lugar ni su programa y que se mira en el dudoso espejo paralizante de Trump. En cualquier caso, los escribidores, como decía Churchill de los políticos, debemos “ser capaces de predecir lo que va a pasar mañana, el mes próximo y el año que viene y de saber explicar después por qué no ha ocurrido”.