Opinión | TIEMPO DE BALANCE

Perder alguna cosa cada día

2023 es una agenda nueva que abrimos, con sus páginas por rellenar, pero nada del año pasado habrá sido tiempo perdido si sabemos encontrar los mimbres con los que tejer lo que está por venir

La pareja de vulcanólogos Katia y Maurice Krafft.

La pareja de vulcanólogos Katia y Maurice Krafft.

Pasar página al calendario es lo que toca en estas fechas, pero puestos a pasar páginas, dónde mejor que en libros, sobre todo si son ilustrados, y en especial en uno que como un imán atrae miradas y pensamientos al dar carpetazo a un año. ‘Los fracasados de la aventura’ es un álbum ilustrado de Bruno Léandri en el que repasa con un humor más que necesario una ristra de desastres de aventureros y científicos, exploradores de nuevos horizontes para la humanidad, algunos de ellos con final lúgubre. La historia de la pareja de vulcanólogos Katia y Maurice Krafft, unidos sentimentalmente gracias a su pasión por el fuego, y que desaparecieron devorados por la lava del Monte Unzen ha llegado también al cine en la película documental 'Fire of love' ya en la recta final de las nominaciones a los Oscar de 2023.

Hubo otros que por su mala cabeza acabaron fatal por ponerse a prueba con inventos imposibles, pero hasta en sus fracasos encontramos algo que aprender, aunque sea a no repetir hazañas parecidas ni por asomo. El encanto del fracaso lo recogieron antes periodistas prestigiosos como el norteamericano Gay Talese, que lo elevó a una cima altísima con retratos de perdedores deportivos como el boxeador Floyd Patterson, campeón mundial de los pesos pesados que también cayó noqueado en un combate histórico -¿quién no acaba cayendo?-. En su libro ‘El silencio del héroe’ recoge un puñado de historias así. La conciencia del fracaso está más viva que nunca cuando cerramos un año y todo llama a hacer balance, a echar mirada atrás, a reflexionar sobre el camino andado.

Todos perdemos. Cada día. Perdemos una oportunidad de hacer mejor las cosas, nos equivocamos en muchas de las microdecisiones que tomamos, desde coger o no el paraguas, un taxi o un autobús, reñir a un hijo o no, dejar a un amigo que tome una mala decisión o advertirle de sus riesgos. También perdemos la confianza, la frase oportuna, la mirada limpia de la primera vez de todo, la valentía inconsciente y también la ignorancia, tan atrevida. Y por encima de todo, el tiempo, o eso decimos incesantemente.

Uno de los poemas más hermosos que puedes encontrar cuando el tiempo se te escurre entre los dedos y crees que corres contra los minuteros, como un Harold Lloyd colgado de las agujas de un reloj en una torre alta pataleando en el aire lo escribió Elizabeth Bishop y se titula el ‘El arte de perder’ . En las primeras estrofas dice así:

“No es difícil dominar el arte de perder:/

tantas cosas parecen llenas del propósito de ser perdidas,/

que su pérdida no es ningún desastre./

Perder alguna cosa cada día. Aceptar aturdirse por la pérdida/

de las llaves de la puerta, de la hora malgastada./

No es difícil dominar el arte de perder./

Después practicar perder más lejos y más rápido:/

los lugares, y los nombres, y dónde pretendías/

viajar. Nada de todo esto te traerá desastre alguno.”

Bishop, poetisa norteamericana que entre innumerables premios se hizo con el premio Pulitzer en 1956, sabía muy de bien de derrotas personales: huérfana de padre con una corta edad y con una madre que enseguida fue apartada de su vida por sus problemas psiquiátricos, se crio con sus abuelos. Su herida emocional, sus pérdidas, la llevaron a romantizar su infancia en el campo, y sus carencias se volvieron el pilar de su fortaleza, una inteligencia tan sensible que le permitió vivir de su vocación hasta su muerte. 

2023 es una agenda nueva que abrimos, con sus páginas por rellenar, pero nada del año pasado habrá sido tiempo perdido si sabemos encontrar los mimbres con los que tejer lo que está por venir, aunque sea con una madeja hecha de pruebas y errores en un bucle que parece infinito. 

TEMAS