Opinión | PARECE UNA TONTERÍA

Los momentos favoritos

Cuando, en mitad de una fiesta memorable, irrumpió la Policía Nacional, y la fiesta, lejos de acabarse, todavía mejoró. Cuando la lluvia destrozó, pero no derrotó Sant Jordi

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Cuando me mudé. Cuando llegué a la puerta de embarque del vuelo a Santander sudando, asfixiado, con cara de moribundo, y ya estaba cerrada, pero aun así pasé. Cuando salí en el Telediario. Cuando fui once veces a por hielo durante la fiesta de inauguración del piso. Cuando me disfracé de Pablo Casado visitando una macrogranja de cerdos y no me reconoció nadie.

Cuando nada más llegar a Lorca, me bajé del coche y un desconocido me dijo "¿Tallón?". Cuando inesperadamente me pasaron a 'business' en un vuelo a México. Cuando Eva Orúe dijo a quién le concedería el Nobel: qué risas. Cuando reservaron, solo para mí, una masía entera en Fontanars del Alforíns, y se armó el belén. Cuando volví a caerme por unas escaleras y acabé en el hospital. Cuando un taxista nos explicó a Silvia Sesé y a mí cómo había fabricado un motor de hidrógeno. 

Cuando conocí a Belén Gopegui. Cuando llovió a mares en Cartagena y no fue ni dios a la presentación. Cuando Russell Banks volvió a publicar otro libro en español. Cuando Jorge Drexler se puso a cantar a Leonard Cohen después de comer. Cuando di un pregón en Valladolid. Cuando agujereé en cuatro sitios distintos la pared solo para colgar un cuadro. Cuando Helena sacó su primer diez.

Cuando conocí a Valeria Palmeiras. Cuando me encontré a Alejandro Simón Partal en Fuerteventura, y después en muchos otros sitios. Cuando Cachito me regaló parte de la biblioteca de su padre, Enrique Álvarez. 

Cuando Emiliano Monje me enseñó el rayo que le cayó encima hace dos años, tatuado en todo el cuerpo. Cuando estuve cuatro días seguidos comiendo lo mismo: cocido de mi madre. Cuando arreglé un grifo. Cuando arreglé una lámpara. Cuando arreglé la lavadora, que según supe después, no estaba estropeada. 

Cuando al fin ordené mi biblioteca. Cuando la reina Letizia recomendó 'Rewind'. Cuando solo el avión a Galicia logró salir de Gran Canaria durante el temporal Hermine. Cuando llegaron, por correo postal, las galletas de Dores Tembrás. Cuando conocí a Esther García Llovet.

Cuando apadriné un árbol en Manresa. Cuando me disfracé de Joshua Cohen. Cuando, en mitad de una fiesta memorable, irrumpió la Policía Nacional, y la fiesta, lejos de acabarse, todavía mejoró. Cuando la lluvia destrozó, pero no derrotó Sant Jordi. Cuando conocí a Jesús Carrasco. Cuando meé cuatro veces en un vuelo Barcelona-Santander. Cuando me olvidé la mochila en un cercanías, y cuando volví, el tren y la mochila seguían allí.

Cuando me levanté a las siete de la mañana, en un hotel de Pamplona, me metí en la ducha, y durante los diez segundos más angustiosos de mi vida no fui capaz de decirme en qué ciudad estaba. Cuando me bañé en una alberca de Pollença. Cuando las hormigas invadieron la cocina.

Cuando me preguntaron cuál era mi bar preferido de Madrid y respondí que el bar Pepinillo, en Ourense. Cuando comí con Mariana Enríquez, Esther Gómez y mi hija en A Coruña. 

Cuando encontré el título de la próxima novela. Cuando recibí un audio de WhatsApp en el que me revelaban dónde está la escultura de Richard Serra.