Opinión | ECONOMÍA
Navidades e inflación
El Gobierno debe evitar perturbaciones en los precios energéticos y contribuir al crecimiento económico para ayudar a las familias a paliar el coste de la vida
Las familias españolas afrontan la primera Navidad pospandemia con el coste de la vida disparado, un menor poder adquisitivo y la incertidumbre sobre las perspectivas económicas en 2023. La tasa anual de inflación se ha reducido hasta el 6,8% en noviembre por el descenso del precio de la electricidad y de los carburantes, pero la alimentación sigue encareciéndose, igual que los alquileres y el coste de las hipotecas. Además, el precio del gas en el mercado ibérico (MibGas) a principios de diciembre duplicó su precio respecto a los dos meses anteriores y, por tanto, la factura será mayor pese al mecanismo de la excepción ibérica.
Como los precios de la luz fueron excepcionalmente altos durante la mayor parte de diciembre de 2021, la electricidad, pese a su encarecimiento, aún podría ayudar a contener la tasa anual de inflación en diciembre. Sin embargo, los precios de los carburantes y del petróleo Brent a principios de diciembre son un 23% más caros que hace un año y el euro vale un 10% menos frente al dólar, por lo que empujarán al alza la inflación. También existe una gran incertidumbre sobre el impacto en el precio del crudo que tendrá la entrada en vigor justo ayer de la decisión de la Unión Europea (UE) de prohibir a sus estados miembros comprar petróleo ruso como sanción por la invasión de Ucrania. Otra incógnita es la reacción de la Organización de Países Productores de Petróleo (OPEP) al intento de la UE y Estados Unidos de imponer un tope de precio al crudo que Rusia exporte a otros países. De momento, el precio del Brent es un 5% superior al del 28 de noviembre, al inicio de la semana.
Por otro lado, pese a la inflación y los tipos de interés más altos, los beneficios ordinarios de las empresas en España se han duplicado este año y los dividendos distribuidos han crecido un 75%, según el Banco de España. Por el contrario, los asalariados españoles van a sufrir una pérdida de poder adquisitivo del 4,4%, la segunda mayor de los países desarrollados, según calcula la OCDE. Pese a las medidas para paliar los efectos de la crisis, la desigualdad social vuelve a agravarse, como denuncian Cáritas y otras organizaciones sociales.
El plan impulsado por el Gobierno para facilitar que más de un millón de hogares puedan capear el encarecimiento de las hipotecas sin perder su vivienda es un paso en la buena dirección y evidencia hasta qué punto gestionó mal la crisis financiera el Gobierno del PP en 2008. Si la actividad económica en España se ha mantenido a pesar de la pérdida de poder adquisitivo es porque las familias están usando sus ahorros para cubrir gastos y consumo. Sus depósitos bancarios se han reducido en solo tres meses en 10.400 millones, por lo que tras las fiestas navideñas el agotamiento de ese colchón del ahorro frenará la actividad económica.
Ante un año electoral clave, el Gobierno debe evitar nuevas perturbaciones graves en los precios energéticos, corregir el agravamiento de la desigualdad y contribuir al crecimiento económico. No hay que olvidar que el malestar social por la pérdida de poder adquisitivo ha facilitado que la extrema derecha presida el Gobierno en Italia y disponga de 89 diputados en el Parlamento francés.
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