Opinión | 25N

Negar la violencia machista

Rechazan la realidad que viven las mujeres quienes sienten amenazada su posición privilegiada ante el avance del movimiento feminista

Una mujer en una manifestación por el 8M, Día Internacional de la Mujer, desde la plaza de Atocha, hasta la de Colón, a 8 de marzo de 2022.

Una mujer en una manifestación por el 8M, Día Internacional de la Mujer, desde la plaza de Atocha, hasta la de Colón, a 8 de marzo de 2022. / Ricardo Rubio / Europa Press

Puede parecer una paradoja que justo cuando el movimiento feminista está más activo haya personas que nieguen la violencia contra las mujeres y hagan alarde de su pensamiento machista. Pero no lo es. Es una reacción de quienes sienten amenazada su posición privilegiada ante el avance de los derechos sociales. Lo que sí que es contradictorio es que las posturas reaccionarias y retrógradas las adopten jóvenes, de quienes cabría esperar una mentalidad más abierta y adaptada a las nuevas sensibilidades del siglo XXI.

El machismo que cala entre los menores es más preocupante que el de las generaciones anteriores porque lanza una señal poco esperanzadora sobre el futuro. Es una derrota de toda la sociedad. Bajo un disfraz de modernidad, determinadas letras de canciones, determinados mensajes en las redes sociales y el respaldo de un mensaje político y populista que ha sabido expandirse hábilmente en tiempos de zozobra, la mentalidad machita se habrá quitado de encima el olor a rancio, pero sigue siendo muy peligrosa.

Ahí están las estadísticas que demuestran que los delitos sexuales perpetrados por menores se han duplicado en cinco años. Es un aumento alarmante de agresiones sexuales, aunque hay que tener en cuenta que una de las razones de estas cifras es que cada vez más víctimas se animan a dar el paso y denunciar delitos que hasta ahora se silenciaban, bien por miedo al agresor, bien por miedo a ser consideradas culpables.

Ahora hay una mayor conciencia social para identificar un abuso y un mayor acompañamiento institucional. Afortunadamente, no todos los comportamientos machistas derivan en agresiones sexuales o asesinatos contra las mujeres, pero sí son el germen de esta lacra. Por no decir que la violencia contra las mujeres adopta otras formas menos visibles, más sutiles, y todas nacen de una manera u otra del machismo.

De modo que es urgente atacar las causas que llevan a nuestros jóvenes a banalizar las actitudes que vulneran la dignidad de las mujeres. Se habla del efecto rebote ante un movimiento feminista que consideran hostil por su beligerancia en la reivindicación de los derechos. Pero si no fuera por esta vehemencia en la lucha por la igualdad, seguramente los éxitos de las mujeres serían muchos menos.

No se trata por lo tanto de reducir el empuje de esta lucha, sino de trabajar en una mejor educación sexoafectiva, de conseguir maneras más atractivas, de sumar complicidades y de que los hombres no se sientan al margen de una conquista que debe ser común. 

En el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, no podemos olvidar a las 38 mujeres fallecidas en lo que va de año en España a manos de sus parejas o exparejas. Y a todas las anteriores. Lo fueron por el mero hecho de ser mujeres. Negar esta realidad es impedir que se le ponga freno.