Opinión | EEUU

La difícil candidatura de Trump

El gobernador republicano de Florida Ron DeSantis emerge como un serio competidor del ex presidente para aspirar a la carrera presidencial en 2024

Donald Trump.

Donald Trump.

Como ha quedado en nada la ola roja a la que aspiraba Donald Trump, el único logro al alcance del expresidente es hacerse con una exigua mayoría en la Cámara de Representantes. El Partido Demócrata se garantizó este fin de semana la mayoría en el Senado incluso antes de la segunda vuelta en el estado de Georgia y los candidatos negacionistas promovidos por el trumpismo han salido derrotados. Trump no dispondrá en 2024 de tantos funcionarios afectos a su causa como esperaba.

La victoria en la Cámara de Representantes, pendiente de confirmación -los republicanos obtendrán entre 219 y 221 escaños- es un pobre consuelo porque no permitirá bloquear las iniciativas legislativas de los demócratas, que era uno de los objetivos de Trump para maniatar a la Administración Biden los dos próximos años. Además, al menos una decena de diputados republicanos son partidarios de llegar a compromisos con los demócratas en iniciativas bipartidistas. Es decir, ni siquiera en la Cámara de Representantes tiene Trump garantizada una mayoría permanente.

A lo que hay que añadir el llamado privilegio ejecutivo, que en determinadas circunstancias permite al presidente aplazar la aplicación de una propuesta votada en el Congreso. Se trata de un verdadero fracaso electoral en un país muy dividido donde ha arraigado la sensación de que la democracia está en peligro. La situación del Partido Republicano es insólita. Cada vez son más las voces que acusan al populismo extremista de Trump de haber movilizado al electorado liberal.

Trump asegura que "muy probablemente" se presentará a las elecciones de EEUU en 2024

Agencia ATLAS | Foto: EFE

Como ha resumido un asesor de los republicanos, Trump es tan eficaz para poner en marcha al votante conservador como al liberal, sin que hayan tenido especial relevancia los cambios en la delimitación de los distritos electorales, las complicaciones para la inscripción en el censo electoral y el laberinto burocrático para el voto por correo aprobado en estados con gobernadores trumpistas.

Los votantes han sabido deslindar el desempeño de Biden, con una popularidad por debajo del 50%, de la necesidad de pararle los pies al expresidente. Las encuestas no supieron captar ese matiz, pero el comportamiento del cuerpo electoral ha tenido una orientación preventiva: evitar que los candidatos promovidos por Trump salieran victoriosos. El llamado voto negativo ha sido determinante. Frente al desafío permanente a las instituciones de Trump -que llegó al paroxismo en el asalto al Capitolio- se ha impuesto la movilización cívica para evitarlo.

Frente a la convicción del expresidente de que saldría de las elecciones de mitad de mandato investido con los atributos del seguro candidato republicano a las presidenciales de 2024 surge ahora Ron DeSantis, gobernador de Florida, que le sacó una ventaja de 20 puntos al candidato demócrata y está en condiciones de disputar a Trump la carrera a la Casa Blanca. No es menos reaccionario ni menos peligroso que el expresidente, lo que demuestra que su fracaso es más personal que político. Y que no se puede dar por hecho que ante la extrema derecha vociferante exista una mayoría incontestable fundada en la sensatez del electorado centrista y la movilización de las bases más liberales.