Opinión | Décima avenida

Cataluña en Forocoches

Ante la catarata de críticas de la derecha a Sánchez, cabe preguntarse cuál es su proyecto para Cataluña

Viendo el temporal en el Forocoches de la derecha, es inevitable preguntarse cuál es su plan para Cataluña.

Viendo el temporal en el Forocoches de la derecha, es inevitable preguntarse cuál es su plan para Cataluña. / Leonard Beard

Estoy seguro de que, zorro viejo, Pedro Sánchez y su equipo daban por descontada la tormenta de bilis que el anuncio de la sustitución del delito de sedición por uno nuevo de desórdenes públicos agravados iba a causar entre la derecha política, mediática y tuitera española. Cuando de Cataluña se trata, la derechasfera se convierte en un Forocoches a lo bestia en que todo cabe, desde que a los niños castellanoparlantes no se les permite ir al baño o que Sánchez vende la patria española a los golpistas en un paso más en su proyecto secreto de convertir España en Nicaragua, Venezuela o Cuba. Aun así, imagino que a veces la naturaleza altamente corrosiva de la crítica a su gestión de Gobierno, esos canutazos, columnas y tuits de “sujétame el cubata”, debe de sorprender al propio Sánchez, alias “el felón” en según qué círculos que cargan a la derecha. 

Es previsible que, a causa del calendario electoral, la tormenta arrecie más que la que cayó cuando el Gobierno de Sánchez aprobó los indultos a los líderes del ‘procés’. De hecho, la presidencia de Sánchez (esta y la anterior, fruto de la moción de censura el Gobierno de Mariano Rajoy) se puede resumir como una sucesión de tormentas desatadas desde los diferentes altavoces de la derecha contra un presidente al que consideran, en esencia, ilegítimo, da igual lo que digan las urnas. No es sorpresa que la derecha tengo un sentimiento patrimonial del poder, pero en el caso de Sánchez este sentimiento se ha intensificado hasta cotas nunca vistas, tal vez a causa de la liquidez de unos tiempos trumpistas. 

Es difícil lidiar con una oposición que ve Venezuelas y Nicaraguas por doquier e incumple por cálculo de poder mandatos de la Constitución como la renovación del poder judicial. Pero más difícil es para un país sobrevivir durante mucho tiempo a un sistema de partidos que solo juega cuando el balón, el público, la cancha y los árbitros son suyos. La consecuencia de ello es una crisis política e institucional, y esta es una melodía que le suena a esta España de la segunda década del siglo XXI.

Mirando la vista atrás, con la moción de censura Sánchez heredó de Rajoy una Cataluña incendiada por las cargas policiales del 1-O, la aplicación del artículo 155 de la Constitución, el discurso del Rey y procesos penales abiertos contra los líderes del ‘procés’ que acabaron en duras condenas. Hoy, PSC y ERC, los dos partidos que abanderan el diálogo político, encabezan las encuestas en intención de voto y han construido lo que en los años duros post-1-O se calificaba de “pista de aterrizaje”. La crisis política catalana está lejos de solucionarse, muchos no querrán aterrizar en esta pista ni en ninguna otra, otros intentarán bombardearla tanto como puedan. Puede que sea verdad que una cosa es construir la pista de aterrizaje y otra muy diferente lograr que funcione, pero el caso es que la realidad y el ambiente político en Cataluña es muy diferente al que heredó Sánchez. Arreglar cosas, apagar incendios y no crearlos es uno de los deberes capitales de cualquier mandatario. A Sánchez se le pueden afear muchas cosas, pero no de tancredismo en una legislatura plagada de cisnes negros. Viendo el temporal en el Forocoches de la derecha, es inevitable preguntarse cuál es su plan para Cataluña. Argumentan que no es Sánchez quien ha rebajado la tensión con el diálogo con ERC, sino la mano dura judicial, de lo cual se infiere que la única forma de tratar con Cataluña es el garrote judicial, aunque ello implique ponerse colorado en los foros judiciales europeos y debilitar las propias instituciones españolas. Un 155 perpetuo supondría suspender el estado de las autonomías, desconectar al País Vasco, impugnar el llamado régimen del 78 más de lo que la izquierda ha hecho jamás. ¿Es eso lo que la derecha patriótica quiere? ¿El bilingüismo cordial de Alberto Núñez Feijóo es dirimir en los tribunales la política lingüística de las escuelas? ¿Se puede ser español en catalán de la misma forma que muchos en Catalunya quisieran ser catalanes en español? ¿Incentivar rivalidades necias, competencia insanas y rencillas de garrote entre comunidades es la forma de construir la nación española? ¿El ‘A por ellos’ como pilar doctrinal augura un mejor futuro para España? 

Echar ratafia al fuego

La política de Forocoches no hace más que echar ratafia al fuego del independentismo. Como sucedió con los indultos, los dos extremos coinciden en lamentar y descalificar al PSOE y a ERC, al Gobierno y al Govern. A los seguidores de Waterloo convendría formularles la misma pregunta: ¿cuál es la salida que visualizan? Lo sé, la respuesta es Ítaca, hoy una república tan quimérica como la España pura de los de Forocoches. Ambos no quieren pistas de aterrizaje, sino volar muy rápido y muy fuerte hacia ninguna parte.