Opinión | ANÁLISIS POLÍTICO

Las municipales como termómetro electoral

El partido político que ha ganado las elecciones municipales en el conjunto de España ha acabado consiguiendo la presidencia del Gobierno en las generales

Ada Colau y Jaume Collboni, aspirantes a la Alcaldía de Barcelona en las próximas municipales

Ada Colau y Jaume Collboni, aspirantes a la Alcaldía de Barcelona en las próximas municipales / EUROPA PRESS

Todo cambio político que ha tenido lugar en España se ha producido de abajo a arriba. Dicho de otra forma, las diferentes alternancias partidistas que se han dado en el Gobierno nacional en nuestro país desde la restauración de la democracia han venido precedidas de realineamientos electorales en el ámbito local (y regional). De manera más sencilla: el partido político que ha ganado las elecciones municipales en el conjunto de España ha acabado consiguiendo la presidencia del Gobierno en las posteriores elecciones generales. Por esto, entre otras cosas, son interesantes e importantes las próximas elecciones que tendrán lugar el domingo 28 de mayo del 2023 en los más de ocho mil municipios de nuestro país.

Aunque esta máxima es en realidad un aforismo al que no podemos elevar a la categoría de ley, el termómetro municipal parece ser un buen predictor del estado de ánimo político general de los ciudadanos. Solo en una ocasión se quebró la pauta descrita al comienzo de este artículo. Fue en el período electoral vivido entre la primera y la segunda victoria del PSOE liderado por José Luis Rodríguez Zapatero. En aquella ocasión, el PP ganó los comicios municipales celebrados el 27 de mayo de 2007, pero fue el PSOE el que se alzó con la victoria en las posteriores elecciones generales celebradas el 9 de marzo de 2008. Bien es cierto que el triunfo de los populares en los comicios locales se produjo por apenas cuatro décimas (en voto sobre Censo): 22.5% frente al 22.1% de los socialistas. Es decir, un práctico empate. La ventaja del PSOE sobre el PP en las posteriores elecciones generales fue algo mayor: casi tres puntos sobre Censo (32.2% frente a 29.3%).

En este sentido, la fotografía electoral revelada por la Macroencuesta sobre tendencias de voto municipal publicada por el CIS el pasado viernes se ajusta más a la norma que a la excepción de la regla, aunque con algún matiz interesante. Por un lado, el sondeo arroja una diferencia en intención directa de voto favorable al PSOE sobre el PP de casi tres puntos para el caso de unas inmediatas elecciones municipales: 19.9% frente a 17.3% (datos sobre Censo). No obstante, la distancia quedaría reducida a un práctico empate entre estas dos formaciones políticas en el caso de que se celebrasen ahora unas elecciones generales: 22.9% frente a 22.6% (también en datos sobre Censo).

Es decir, si nos ajustamos a la pauta histórica, y concediendo a los datos del instituto público la calidad de definitivos para el caso de las elecciones municipales, podría concluirse que el PSOE tiene altas probabilidades de victoria en los próximos comicios generales. Pero si tenemos en cuenta lo sucedido en el periodo 2007-2008, el resultado sería más incierto. Obviamente las circunstancias no son las mismas: ni económica, ni social ni políticamente. Y esto es importante porque como señalan los politólogos Van der Eijik y Franklin “las elecciones solo pueden ser estudiadas en sus propios contextos”.

Cada proceso electoral está envuelto en una serie de circunstancias que lo diferencian de cualquier otro, haciéndolo excepcional a todos las demás. Circunstancias que, en la mayoría de las ocasiones, han sido determinantes— o, como mínimo, han jugado un papel principal— en el resultado electoral. Todavía queda medio año para los comicios locales, pero de momento y desde las últimas elecciones municipales se han producido, o se están produciendo, acontecimientos que harán únicos los próximos comicios. Los más destacados, una pandemia y una guerra en las puertas de Europa, están teniendo efectos sociales y económicos de calado. Eso sin tener en cuenta las cosas de casa como el cambio de liderazgo nacional en el PP o la posible mayor fragmentación de los espacios de la derecha y de la izquierda de cara a las próximas generales. Como lo único que tenemos ahora son datos de encuesta, no resultados definitivos, es importante fijarse en otras cuestiones que arroja la Macroencuesta del CIS más allá de las cifras puramente electorales. Señales que pueden dar pistas de hacia dónde se pueden encaminar los apoyos electorales de los ciudadanos en 2023.

Municipales: la labor de los alcaldes

Por ejemplo, es interesante saber que los españoles se muestran mayoritariamente satisfechos con la labor desempeñada por su alcalde o alcaldesa (53% frente a un 34% insatisfecho); que evalúan los servicios municipales con una puntuación media de 6.2 (en una escala 1-10); y que la mayoría confía en su Ayuntamiento (un 5.7 de media). Y un par de cuestiones que deberán tener en cuenta todos los partidos políticos en el tiempo que queda de aquí a los comicios. La primera: la mayoría de los españoles dice que a la hora de votar en unas elecciones municipales tiene más en cuenta la candidatura que se presenta que las siglas a las que representa: 53% frente a 37%. Pero, atención, esto sucede en el caso de los votantes del PSOE y, sobre todo, de los del PP. En el caso de los votantes de Vox se produce un práctico empate y entre el de Unidas Podemos son mayoría quienes dan preferencia a las siglas por encima de los nombres.

La segunda cuestión tiene que ver con los temas de campaña. Son mayoría los españoles que dicen que su decisión de voto está más vinculada a la gestión de los temas propios de su municipio que a los temas de otros ámbitos territoriales (los de su Comunidad Autónoma o los generales de España). No obstante, los votantes de la derecha (y en especial los de Vox) van a prestar mayor atención que los de la izquierda a los acontecimientos que sucedan en el ámbito nacional.

Lo cierto es que el resultado de estas elecciones municipales (y también de las autonómicas, de las que hablaremos otro día) tendrá una trascendencia mayor de la que la implica el reparto de poder local. Serán vistas como unas elecciones de medio término (como las que acabamos de vivir en Estados Unidos esta semana) que permitirán valorar el estado de salud de los principales partidos a nivel nacional. Una antesala de las elecciones generales que mostrará hasta qué punto estamos inmersos o no en un cambio de ciclo electoral.