Opinión | CAMBIO CLIMÁTICO

Una mirada al sur

El martes y miércoles se reunirá en Argel la cumbre de la Liga Árabe donde una vez más quedarán en evidencia las grandes diferencias que separan a un heterogéneo grupo de países solo unidos por la lengua y la religión

Un cartel electoral en israel con Yair Lapid

Un cartel electoral en israel con Yair Lapid / AHMAD GHARABLI / AFP

Siempre digo que España debe prestar más atención a su flanco sur. Esta semana habrá elecciones en Israel y se celebrará en Argel la primera cumbre presencial de la Liga Árabe desde 2019, mientras que el próximo fin de semana tendrá lugar en el El Cairo la Conferencia sobre el Clima. Vale la pena dedicarles un momento.

Este martes Israel acudirá a las urnas por quinta vez desde 2019 —que se dice pronto— en un contexto dominado por la violencia en Jerusalén Este y en Cisjordania, y por el reciente acuerdo marítimo con Líbano, sin que tampoco esta vez se prevea que ni la gobernante Coalición por el Cambio ni la oposición que lidera el conservador Likud se vayan a poder alzar con los 61 escaños que determinan la mayoría en su atomizado parlamento. La formación del nuevo gobierno llevará previsiblemente bastante tiempo.

El martes y miércoles se reunirá en Argel la cumbre de la Liga Árabe donde una vez más quedarán en evidencia las grandes diferencias que separan a un heterogéneo grupo de países solo unidos por la lengua y la religión. Hablamos de mundo árabe como una cómoda referencia obviando lo diferentes que son unos países de otros, basta pensar en Somalia y Arabia Saudita. La anfitriona, Argelia, está crecida por la subida del precio de la energía que le da un cierto desahogo presupuestario y que ha calmado las protestas populares en demanda de más democracia, mientras llaman a su puerta Macron y Draghi en busca de gas y España queda castigada tras ponerse innecesaria e incomprensiblemente del lado marroquí en el asunto del Sahara.

No se espera mucho de esta cumbre más allá de consabidas y vacías resoluciones, sin efectos prácticos, de apoyo al pueblo palestino (que Marruecos, Bahrain, Sudán y EAU han dejado a los pies de los caballos al firmar los Acuerdos Abraham), críticas a países no árabes y ausentes como Turquía por sus injerencias en Oriente Medio, e Irán por lo mismo y por la brutal represión tras la muerte de Masha Amini, aunque sin exagerar porque ninguno de los asistentes es modelo en el trato de las mujeres. No se pondrán de acuerdo ni sobre la guerra de Líbano ni sobre la readmisión de Siria en la Liga, mientras evitarán criticar la invasión de Ucrania porque ninguno desea enemistarse con Rusia. De hecho el grupo OPEP+ que Riad mangonea acaba de recortar un 2% la producción de petróleo, algo que favorece a Rusia y perjudica al presidente Biden en sus inminentes elecciones de Mid-Term que pintan mal para los Demócratas. Un desacuerdo que nos interesa a nosotros es el que mantienen Argelia y Marruecos sobre el Sahara Occidental, que está en el centro de su pugna por la hegemonía regional: si Mohamed VI acude a Argel se interpretará como una señal positiva para un acercamiento que en todo caso será limitado mientras el problema persista. En mitad de esa pelotera es donde ahora se ha metido imprudentemente España.

Aquí nos molesta el calor pero en el Cuerno de África y particularmente en Somalia ya provoca hambre, migraciones y muerte”

Y el próximo fin de semana se reunirá en El Cairo la Conferencia sobre el Clima (con 90 jefes de Estado) donde se constatarán al menos dos cosas: que no es que el clima cambie sino que ya ha cambiado, y que los esfuerzos que hacemos para evitarlo se quedan muy cortos como acaba de reconocer António Guterres, secretario general de la ONU. Los problemas a corto plazo como la invasión de Ucrania, la pandemia del Covid, la volatilidad en los precios de la energía, la inflación y la desaceleración económica roban atención a lo realmente importante que, como queda más lejos, parece que nos agobia menos. Nos equivocamos y cuando queramos reaccionar será tarde porque la Tierra se calentará 2,4 grados de aquí a fin de siglo, muy por encima del tope de 1,5 fijado en la Cumbre de París. Aquí nos molesta el calor pero en el Cuerno de África y particularmente en Somalia ya provoca hambre, migraciones y muerte. Los países ricos no hemos cumplido nuestro compromiso de ayudar financieramente para que los países más pobres contaminen menos, mientras que aumenta en el mundo la emisión de metano, Alemania sin gas ruso vuelve a quemar carbón, y también los dos mayores contaminadores, EEUU y China, ralentizan sus esfuerzos olvidando que esta es la amenaza más seria que enfrenta la humanidad. Con enorme diferencia.