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Feijóo a Sánchez: “Entonces, Pedro, ¿vas para adelante con la sedición...?”

Relato político con alguna licencia de recreación de un jueves, 27 de octubre de 2022, donde no existen los finales felices

Feijóo

Feijóo / Sergio Pérez

Había llegado ya la tarde cuando el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, mantuvo una conversación telefónica de una hora de duración con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que se encontraba de visita oficial en Sudáfrica. Previamente, Sánchez había explicado ante los medios de comunicación, en esa misma jornada, que el pacto para renovar el Poder Judicial que socialistas y populares llevan tiempo negociando estaba listo, falto de un último aval por parte del PP. Pero, de paso, también confirmó (o reconfirmó) públicamente su intención de tramitar la reforma del delito de sedición en esta legislatura, tal y como reclama ERC, su ‘socio’ parlamentario.

Eso, después de que la titular de Hacienda, María Jesús Montero, hubiera hecho lo propio por la mañana desde la tribuna del Congreso para minutos después correr a los pasillos a matizarse a sí misma, temiendo seguramente las consecuencias de insistir -a las puertas de cerrar un acuerdo de Estado con un PP muy presionado- en que la reforma de la sedición llegará a las Cortes sí o sí. Súmesele el revuelo y la agitación en determinados sectores de la derecha por lo que parecía la inminente llegada de un acuerdo tan necesario como incómodo para los más escorados. La presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, era una de las que había hablado con Feijóo para pedirle que no siguiera adelante... Hubo muchos nervios. Y hubo consecuencias, claro que las hubo. Los teléfonos de Sánchez y de Feijóo se activaron.

“Pedro, mira, o ella [la reforma de la sedición con ERC] o yo…”. Así podría resumirse, echándole algo de imaginación, los términos en los que se produjo esa charla telefónica entre Alberto y Pedro. Feijóo y Sánchez, si se atiende a la versión de los populares. La primera que tuvimos los periodistas.

En el PP no dudaron de hecho en recalcar en un comunicado vespertino que en el transcurso de la negociación con los socialistas les habían reclamado garantías de que el compromiso con los republicanos de actualizar el delito de sedición quedaría en humo. “El Partido Socialista, a través de un interlocutor designado por el presidente Sánchez para abordar las conversaciones, había trasladado que no estaba en sus planes acometer esa modificación”. Este extremo es desmentido por el PSOE. ¿Quién miente?.

El peso de las 'parroquias'

Es posible seguir imaginando el tono de la conversación entre ambos líderes, pensando en sus respectivas ‘parroquias’ políticas o necesidades estratégicas. Todo esto pese a que Sánchez aseguró después a los periodistas que le acompañaban en su viaje que ni le gustaba que se hubiera “filtrado” su conversación con Feijóo, ni le había llegado a decir, en ningún momento, que fuera a romper con él. Y con la obligación democrática de renovar el CGPJ, que todo hay que decirlo.

“Entonces, Pedro, ¿vas para adelante o no con la sedición? Mira que te estás jugando el Poder Judicial. Yo esto no lo puedo aceptar y lo sabes. Para mí esto no es fácil…”.

“Pues Alberto, voy a mantenerlo en la agenda y no me pidas que haga una renuncia oficial porque tú también sabes que no puedo hacerlo. Ya tenía ese compromiso adquirido….”.

Véase la versión oficial de los populares sobre este tramo de la charla telefónica: “Pese a las diferentes versiones trasladadas pública y privadamente por distintos miembros del Gobierno, esta tarde el presidente Sánchez ha confirmado a Feijóo que su agenda legislativa incluye esa reforma del Código Penal y, en consecuencia, no va a renunciar a su modificación”. Bien. Este punto parece que no es discutido por ninguna de las partes. Aunque cabe preguntarse por qué hace una semana Sánchez confirmó exactamente lo mismo, esto es, que la reforma de la sedición estaba en su agenda aunque no veía mayoría para aprobarla y el PP continuó la negociación. Es más: algunos de sus dirigentes se prestaron a entrevistas en las que enfatizaron que sedición y CGPJ eran "cosas distintas". ¿Se equivocaron entonces? ¿o se equivocan ahora? ¿o es que....?. La respuesta cierta debe estar oculta tras el 'es que', sin duda.

¿Ingeniería parlamentaria?

En cuanto al PSOE: ¿Es compatible mantener en privado que no habrá reforma de la sedición -como sostienen los populares que ha ocurrido-, con anunciar solemnemente que entra en la agenda política? Sí, lo es. Puede ser políticamente retorcido, pero no es incompatible si los socialistas lo que pretendieran es hacer un gesto ante ERC -partido al que necesitan para poder acabar la legislatura, registrando en las Cortes la iniciativa- pero después retardando su tramitación con ingeniería parlamentaria...

En todo caso, los populares, que han empezado a resentirse en algunos sondeos, no parecen estar para mucha filigrana política ni para aguantar según qué presiones una vez que varios miembros del Gobierno han dado bendiciones públicas al impulso de la reforma de la sedición. Es más, con bastante intención de poner el dedo en la llaga socialista (habrá algunos barones del PSOE que en estos momentos estén echándose las manos a la cabeza por la situación), Feijóo le ofreció a Sánchez en su conversación telefónica ir de la mano si, realmente, quiere modificar el delito de rebelión y sedición. Renunciando al apoyo del independentismo, por supuesto. Y, de paso, le recordó que la última campaña electoral que protagonizó antes de unas generales llegó a hablar de recuperar en el Código Penal como delito la convocatoria ilegal de referéndum. 

En este punto, si continuamos imaginando esa charla Sánchez-Feijóo, pudiéramos pensar que el presidente del Gobierno le devolvió el dardo al líder del PP recordando que Mariano Rajoy, que pudo recuperar esa figura penal con su mayoría absoluta, renunció a hacerlo.

En fin. Que en ese jueves 27 de octubre, cuando gran parte del mundo judicial, político y periodístico daba por hecho que el acuerdo sobre el poder judicial estaba al caer, lo que cayó fue un jarro de agua fría sobre las expectativas de que se alcanzara el primer pacto de Estado entre Sánchez y Feijóo. Entre Pedro y Alberto. Esos dos que, según el propio presidente del Gobierno, habían logrado hacer una lista de nombres de juristas y redactar un texto sobre el modelo de elección y, además, tenían una cita para “cerrar flecos” el próximo 2 de noviembre.

¿Terminaría esa charla telefónica del jueves-tarde con un “lo nuestro es imposible” o….? Sánchez, con gran enojo, sostiene que no. Que la ruptura ha sido a traición. Y alega que lo que le pasa a Feijóo es que le han temblado las piernas ante las “presiones” recibidas. Feijóo sigue instalado en su 'sedición, sedición y sedición' como origen del distanciamiento. Por el momento, depresión en una parte importante de la carrera judicial y cruce de reproches de altísimo voltaje entre los cuarteles políticos de los partidos protagonistas de este desaguisado. Y los españoles, con un CGPJ hipercaducado para vergüenza propia y ajena.