Opinión | UNA IBICENCA FUERA DE IBIZA

Un minuto

Pareciera que el presidente Sánchez hubiera abandonado a los reyes de España sobre magna incandescente

(I-D) El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez; la Infanta Sofía; el Rey Felipe VI y la Reina Letizia, durante el acto solemne de homenaje a la bandera nacional y desfile militar en el Día de la Hispanidad, a 12 de octubre de 2022, en Madrid (España)

(I-D) El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez; la Infanta Sofía; el Rey Felipe VI y la Reina Letizia, durante el acto solemne de homenaje a la bandera nacional y desfile militar en el Día de la Hispanidad, a 12 de octubre de 2022, en Madrid (España) / Europa Press/Eduardo Parra

Hicieron falta 110 años para que, en 2014, un grupo internacional de científicos incluyendo al premio Nobel Theodor W. Hänsch confirmaran en un acelerador de partículas que la teoría de la relatividad de Albert Einstein era correcta: los observadores en movimiento relativo experimentan el tiempo de forma distinta dependiendo de la perspectiva de cada observador.

Y han hecho falta otros ocho años más para que, durante la pasada celebración del desfile del Día de la Fiesta Nacional, los españoles confirmáramos que sí, que es cierto, siguiendo la curiosa fórmula de que, a mayor perspectiva a la derecha —ideológica— del observador, más se dilata el tiempo. De nuevo, Einstein se lo explica mucho mejor que yo: "Cuando cortejas a una bella muchacha, una hora parece un segundo. Pero si te sientas sobre carbón al rojo vivo, un segundo parecerá una hora. Eso es relatividad".

Pues escuchando algunos relatos, más que sobre carbón al rojo vivo, pareciera que el presidente Sánchez hubiera abandonado a los reyes de España sobre magna incandescente. Durante todo un minuto.

Yo que hasta ahora había oído hablar del minuto de silencio, del minuto de gloria; del por favor un minutito más y ya me levanto y no conocía un minuto más largo que el de la lavadora cuando está acabando de centrifugar, he visto con estos ojos titulares de periódicos y horas de tertulias de televisión ocupadas por el —casi— minuto que don Felipe y doña Letizia han tenido que retrasar su bajada del Rolls Royce, anunciada por lanceros, alabarderos, clarines y timbales hasta que el presidente, retrasado, se ha sumado a la comitiva de recepción. Cientos de personas apostadas en los laterales del Paseo de la Castellana desde primeras horas de la mañana, portando banderines han recibido a los monarcas con vítores y otros cuantos han recibido al presidente a gritos de “Sánchez, cabrón, hijo de puta”. Según leo en algunos medios, para afearle el haberse saltado el protocolo porque, por supuesto, proferir semejantes improperios incluso en presencia de la infanta Sofía viene en todo manual de buena etiqueta.

Poco ha importado que Sánchez se justificara asegurando que él ha cumplido a rajatabla con los tiempos marcados por la organización del evento, los titulares que resumen la jornada hablan del bonito atuendo a lunares escogido por la reina y la infanta o de: “Sánchez, abucheado tras hacer esperar a los reyes”; “El retraso de Sánchez marca el desfile del 12 de octubre” y mi favorito, en un conocido diario digital ni de izquierdas ni de derechas: “Así ha sido el largo minuto que Pedro Sánchez ha obligado al rey Felipe VI a esperarle encerrado en el Rolls Royce”. ¡Encerrado! Permítanme una pequeña pausa para repasar vocabulario:

“Encerrar;

1. Meter a una persona o a un animal en lugar del que no pueda salir.

2. Internar a alguien en un hospital psiquiátrico o en una prisión.

3. Meter algo en sitio del que no pueda sacarse sin tener el instrumento o los medios necesarios”.

Permítanme otra pausa ahora para repasar el Real Decreto 862/1997, de 6 de junio, por el que se regulan los actos conmemorativos del Día de la Fiesta Nacional de España.

“Artículo 2. Parada militar y homenaje a la Bandera.

De acuerdo con las instrucciones que cada año se dicten al respecto, el Día de la Fiesta Nacional de España tendrá lugar una parada militar. Asimismo, se llevará a cabo un solemne homenaje de respeto y exaltación a la Bandera de España, enseña de la Patria y símbolo de su unidad y de la convivencia nacional”.

En cuanto al “solemne homenaje de respeto a la Bandera” o la “unidad y convivencia nacional”, consideremos sin necesidad de un acelerador de partículas y un premio Nobel que hemos fracasado. O a saber… Quizá es que es tan o más símbolo de España que el himno o la bandera esta cualidad tan española y mucho española de sacar punta, ninguneando todo lo mucho y bien hecho. Quedarnos con un minuto, uno solo de los 1.440 del día, por encima de los 4.000 militares, 150 vehículos y 84 aeronaves entre los efectivos de los Ejércitos de Tierra, del Aire y del Espacio, la Armada, la Policía Nacional, la Guardia Civil y los servicios de vigilancia marítima.

Quedarnos con que un fallo en la palanca para accionar los humos de la Patrulla Águila dibujara el año pasado una bandera de España que recordaba a la bandera republicana.

Quedarnos con que Luis Fernando Pozo, un paracaidista del Ejército del Aire, pasara a la historia al chocar contra una farola y quedarse, hasta que fue rescatado, colgando durante unos minutos —que debieron parecerle, por cierto, larguísimos—.

La teoría de la relatividad que publicara Einstein en 1905, pero de la que dio también buena cuenta el exvicepresidente Alfonso Guerra al ser preguntado por los insultos al presidente en el desfile del año pasado: “Hay que poner las cosas en su sitio. Hay personas que lo mismo abuchean a un presidente del Gobierno que aplauden a una cabra. Cada uno decide quién le representa mejor".