Opinión | EL DESLIZ

Pasar página o volver al 36

Frente al derecho a conocer la verdad, algunos oponen la obligación de olvidar. El problema reside en que exigen la desaparición de recuerdos cada vez más recientes

Ambiente antes del comienzo del acto de Vox 'Viva 22', en Madrid.

Ambiente antes del comienzo del acto de Vox 'Viva 22', en Madrid. / EFE/ Víctor Lerena

No es nuevo que desde la política se intente gestionar la memoria ajena, imponer la desmemoria con mala intención y por pura vagancia, pues resulta más fácil gobernar la 'tabula rasa'. La cabeza del prójimo como un gigantesco solar vacío, un disco duro que pueden borrar a voluntad o llenar con tonterías. Frente al derecho a conocer la verdad, algunos oponen la obligación de olvidar. El problema reside en que exigen la desaparición de recuerdos cada vez más recientes. Hay que cambiar de pantalla, que se dice ahora, a velocidades de vértigo, independientemente de la importancia de la información o los sentimientos almacenados. Se buscan ciudadanos semejantes al pez Dory, la amiguita de Nemo que olvidaba lo que acababa de decir o hacer minutos antes. Gobiernan este país personajes como el vicepresidente de Madrid, del PP, Enrique Ossorio, quien aseguró la semana pasada que las familias de los 5.000 usuarios de residencias de la tercera edad de su comunidad fallecidos en la primera ola de la pandemia "ya han pasado página". Este es su argumento para no investigar la mala o nula atención que se les dio. Qué clase de persona cree que se tardan dos años y medio en arrinconar a los padres, madres, abuelos, abuelas, vecinos, amigos, muertos en absoluta soledad y sin recibir ayuda médica. Se les llena la boca con la defensa de la familia, debe ser solo la suya propia. Ossorio ostenta además la responsabilidad de Educación, Universidades y Ciencia en el gobierno de Isabel Díaz Ayuso. Precisamente las materias que se entienden como sumas de saber, patrimonio intelectual que pasa de generación en generación. Con un poco de suerte se le olvida ir al despacho y transcurre la legislatura sin demasiados lapsus más. Pero si los hubiera, giremos página.

En una especie de Halloween adelantado, los socios de gobierno preferidos del partido de Ossorio desenterraron el último fin de semana todos los momios que en su opinión componen la esencia de la patria. El torero, el cura, el conquistador, el rey y compañía formaron el Village People de Santiago Abascal, el cuerpo de baile de un político que reivindica la historia pero no la memoria. En su fiesta, un grupo bautizado como los primeros excrementos que produce el ser humano, Meconios, cantó ante un público entregado su hit 'Vamos a volver al 36'. Ese cúmulo de topicazos misóginos, racistas, casposos y lo peor, graciosillos, se convirtió rápidamente en 'trending topic' y los autores tuvieron que salir a explicar su metáfora: no es que ellos sientan nostalgia de la Guerra Civil, sino que están hartos de que la izquierda se empeñe en recordarla, y hay que pasar página. Pues mira por dónde, que les compro el título de su canción.

Nosotros también vamos a volver al 36, el domingo que viene. En la ciudad navarra de Sangüesa nuestra familia va a homenajear la memoria del tío abuelo Antonio Garcés. Un joven de 28 años culto, librepensador y que se ganaba bien la vida como escribiente. Los fascistas se lo llevaron a la fuerza de su casa para que su trabajo pasara a manos de un familiar de su delator. Lo fusilaron con otros cientos de hombres en el tercio trampa de Sanjurjo en octubre del 36, y tiraron su cuerpo a una fosa común del cementerio de Zaragoza. Con la Asociación de la Memoria, el Ayuntamiento y otras familias le vamos a recordar con amor. No nos vamos a olvidar de él porque lo digan cuatro mamones.

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