Opinión | MUERTE DE UN COMUNICADOR

Jesús Quintero: todos tenemos un loco

Su secreto estuvo en escuchar. Es lo que más hizo

El periodista Jesús Quintero durante una firma de ejemplares en la Feria del Libro de Madrid.

El periodista Jesús Quintero durante una firma de ejemplares en la Feria del Libro de Madrid.

Los jóvenes de hace 40 años, que fueron jóvenes como los de ahora, escuchábamos a Jesús Quintero y sus silencios con la devoción del momento. Cuando no llegas a los 20 todo se hace con desmedida y pasión. Escuchar los monólogos del 'El loco de la colina', mientras el 'Shine On Your Crazy Diamond' de Pink Floyd sonaba en segundo plano, iba meciendo la noche en España; y su voz rota y ausente describía una situación de actualidad destripándola, haciéndola carnosa, sincera, cercana, se sentía como desmedido. Eran instantes de elevación radiofónica difíciles de encontrar ahora. ¡Todo parecía tan nuevo!

“Estamos aquí para aprender… (largo silencio). Para aprender qué. (Sintonía). Estamos aquí para sufrir… (silencio). Para sufrir por qué. (Sintonía). Estamos aquí para gozar… (silencio). Para gozar con qué. (Sintonía). Estamos aquí para amar… (otro largo silencio). Para amar con quién. (Sintonía). Estamos aquí para dudar… (silencio). Para dudar por qué. (Sintonía). Yo soy un loco que tiene por patria una colina donde a veces el río, el limonero, las flores y la tierra piensan en voz alta, conmigo, y me consuelan de preguntas con muy difícil respuesta… (silencio). Las respuestas no están en el viento, la respuesta está… (largo silencio). Ozú, niño, ¿tú sabes dónde están las respuestas?”.

Sin buenas noches. Así comenzaban los programas de la radio del loco. Y tú en la cama, o en el coche, o en el sofá, te mantenías atento esperando una nueva idea que dejaba descolocado. Su técnica del silencio, muy estudiada en las facultades, muy imitada en todas las radios, encumbraba las respuestas. Las hacía más transcendentes de lo que eran. Su secreto estuvo en escuchar. Es lo que más hizo. Así el entrevistado se relaja y se sentía importante y seguro.

Toda la clase política quiso ser entrevistada en su programa. Los listos quedaban como más inteligentes y los tontos, como atontados.

Marcó una forma de hacer radio nocturna. Esa hora donde todo es posible. Donde el locutor puede dirigirse a un oyente. Solo a uno.