Opinión | IGUALDAD

Ellas lo ocupan todo

El huracán femenino está entrando en todos los espacios y es imparable, aún sufriendo la violencia, el menosprecio o la muerte

Un cartel electoral con la imagen de la líder ultraderechista italiana Georgia Meloni.

Un cartel electoral con la imagen de la líder ultraderechista italiana Georgia Meloni. / REUTERS

Mujeres por todas partes, en las calles en Irán quitándose los hijabs que ocultan las malditas melenas, enfrentándose a los funcionarios del Ministerio de la virtud y la propagación del vicio en Afganistán por reclamar el perverso deseo de ir a la escuela, en Dallas tras el fallo de la Corte Suprema sobre el aborto o en Brasil frente a las políticas de Bolsonaro. Están en las redes protestando por la muerte de Mahsa Amini torturada cuando estaba bajo custodia policial, y cubierta de rosas por las doctoras que la atendieron en la UCI, en el mismo simbólico acto que se repite en cualquier época o cualquier otro país. Bailando y bebiendo en defensa del derecho a la intimidad y la diversión de la primera ministra Sanna Marin, pero también apoyando la llegada de una neofascista al gobierno de Italia.

Mujeres huyendo con sus hijos en lanchas para salvar la vida y llegar a un lugar seguro, sin saber que aquí les esperan los discursos y las acciones de repudio de mujeres, madres como ellas, que explotan una dura biografía de abandono para conseguir el poder envueltas en el manto de la ultraderecha sean Giorgia Meloni Macarena Olona.

"El despertar de la mayoría de la mitad de la población es también el azuce de la contra reacción, no hay movimiento que genere la inmovilidad en el otro"

El huracán femenino está entrando en todos los espacios y es imparable, aún sufriendo la violencia, el menosprecio o la muerte. Mujeres en la calle que es el espacio de los que no tienen púlpito, pero también en el trabajo cotidiano, en la cultura llenando los actos que otros han abandonado, en esa cadena de favores que solo aquellas que hemos disfrutado conocemos de su enorme poder. Es una presencia continua, resistente deseada por algunos para encabezarla y por otros para aniquilarla. El despertar de la mayoría de la mitad de la población es también el azuce de la contra reacción, no hay movimiento que genere la inmovilidad en el otro.

Nos envolverán en los discursos sobre la importancia de la familia tradicional, la misma que no tiene Meloni, sobre la renuncia en favor de los cuidados del hogar, la que ella no hace y sobre un modelo de organización que relegue de nuevo a la mujer al ámbito de lo privado, menos a ellas mismas que quieren presidir gobiernos nacionales o regionales de los que huyeron tras la derrota.

Ellas juegan al mismo poder y con las mismas cartas que el machismo tradicional del que necesitan para conseguir como matter amantísima y estricta sus votos. Estar en todos los sitios tiene sus peajes, pero la transformación es imparable porque el sentimiento de solidaridad que cada vez se teje con más fuerza es un dique que para las acometidas. Si no estoy yo, estará otra, pero siempre habrá una que esté dispuesta a seguir.