Opinión | RANKING DE SHANGHÁI

Lejos de la excelencia universitaria

La falta de financiación público-privada y la dispersión impide contar con centros de élite que compitan a nivel internacional

Estudiantes en la facultad de la Universidad de Murcia (UMU),  durante un examen.

Estudiantes en la facultad de la Universidad de Murcia (UMU), durante un examen. / EFE/ Marcial Guillén

El ranking que publica anualmente una universidad de Shanghái, un indicador de referencia aunque prime la investigación sobre la docencia y las materias científicas sobre las áreas sociales, vuelve a reconocer el predominio de las universidades de EEUU. Estas suman 8 en el top 10, seguidas de las europeas (32 en el top 100) y una lenta emergencia de China, cuyo dinamismo aún no se corresponde con su peso en la economía global (9 centros en el top 100).

En este mapa sobresale el modelo universitario norteamericano (Harvard, Stanford y el MIT copan el podio), con instituciones de titularidad privada, excelentemente financiadas tanto por empresas y mecenas como por altísimos costes de matrícula. Desde el punto de vista de la equidad en el acceso a la formación superior, con una red de universidades regionales en EEUU que a menudo ni siquiera aparecen en los escalones inferiores del ranking, otros países pueden defender sus modelos aunque no ocupen puestos de relumbrón. 

El reto en entornos como el nuestro es conseguir una universidad pública sin barreras de acceso por motivos económicos pero que aspire a la excelencia académica. Un desafío al que se intentó responder con la creación de universidades públicas que pretendían ser punteras, aunque su financiación acabó homologándolas, al tiempo que se desataba una carrera por disponer de universidades de kilómetro cero en todo el territorio.

En el ránking de 2022, España solo cuenta con una institución, la Universidad de Barcelona, entre los 200 primeros puestos. Una posible solución para mejorar este triste resultado sería la concentración de universidades: una fórmula necesaria a efectos de visibilidad y prestigio pero poco viable si se plantea en forma de fusión. Aunque hay otras fórmulas de concentración de esfuerzos, como la renuncia a titulaciones en centros donde no son sostenibles, priorizar los estudios punteros o la oferta conjunta de grados entre distintas universidades. 

Existen campos concretos donde alcanzar la excelencia: en 24 de las 47 áreas de conocimiento analizadas, España tiene alguna universidad en el top 100. Esta visión sectorial del ranking de Shanghái señala la vía de la especialización, con muchas universidades que destacan en algún campo y pocas con un nivel superior en áreas diversas. Las características del tejido productivo español, no solo las del universitario, quedan retratadas también en estos datos.

Las áreas con más universidades españolas en un top 100 sectorial son Turismo (7), Veterinaria (7), Ingeniería Alimentaria (7) y Ciencias Agrícolas (5). Ninguna en el top 100 de Química, Física, ingenierías de telecomunicaciones... No solo la infrafinanciación de la universidad pública española o su atomización le impide estar en lugares de cabeza internacionalmente. El dinamismo y la innovación económicos, y en particular el gasto en I+D público y privado, tiene una relación directa con la existencia de centros de educación superior de nivel internacional.