Opinión | MEDIDAS DEL GOBIERNO

Un ahorro necesario

La aplicación de las medidas urgentes para la eficiencia energética requerirá del compromiso de administraciones, empresas y ciudadanos

Entrada de unos grandes almacenes del centro de Barcelona.

Entrada de unos grandes almacenes del centro de Barcelona. / JORDI COTRINA

En su comparecencia para anunciar las medidas de ahorro energético a las que España se ha comprometido para hacer frente a la escasez de suministro de gas ruso a Europa, la vicepresidenta tercera del Gobierno, Teresa Ribera, pronunció algunas expresiones –"medidas de racionamiento", "restricciones"– que evocan momentos lejanos de dificultades extremas. Connotación que no ocultó al recordar que se trata de una situación inédita desde la posguerra. Ribera habló incluso de una limitación efectiva en procesos industriales como el horizonte a evitar a través de los planes que están poniendo en marcha estas semanas todos los países miembros de la Unión Europea. Y circunscribió esta hipótesis a la situación de los países del centro y norte de Europa, más dependientes del gas ruso, que de forma inmediata se han comprometido a reducir de manera preventiva un 15% su consumo de gas. Acogida a la excepción ibérica, España tiene que alcanzar un ahorro energético del 7%.

Las palabras de Ribera suenan como una señal de aviso de que toda la Unión debe prepararse para un invierno difícil. Edificios públicos y escaparates deberán apagar sus luces a las diez de la noche. Comercios y cines deberán limitar a 27ºC el aire acondicionado y a 19ºC la calefacción.

El Gobierno debería ser sensible a la demanda de sectores económicos que piden limar alguna disposición

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, reaccionó de inmediato manifestándose en rebeldía al decir que su gobierno no apagaría las luces porque eso generaría inseguridad y espantaría al turismo. Horas después pisó el freno porque el real decreto de las medidas de ahorro es de obligado cumplimiento. Cuestión distinta es si es factible su aplicación. Algunas serán difíciles de materializar sin la implicación de las grandes empresas –como el control térmico o el cierre de los espacios refrigerados– y otras, como el fomento del teletrabajo para reducir el gasto en desplazamiento, requerirán de un compromiso de compañías y particulares. Algo que fue posible durante los meses más duros de la pandemia y que está por ver si, como debería suceder, llegará a ser asumido si los peores augurios sobre la amenaza rusa de cortar el grifo del gas se confirman.

Algunas reacciones burlescas a medidas simbólicas pero pedagógicas del presidente del Gobierno sobre la indumentaria de trabajo hacen prever más de una dificultad. El principal partido de la oposición critica el fondo y las formas del planteamiento gubernamental y considera que las medidas son "improvisadas y cosméticas". Ante la advertencia de Ribera de que no podemos permitirnos perder un solo kilovatio hora de energía, sería deseable que partidos y administraciones muestren una actitud de máxima responsabilidad. Y que el Gobierno sea sensible a la demanda de las empresas y comerciantes que piden limar unas medidas de sentido común destinadas a un ahorro necesario.