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La derrota de Badosa, la lesión de Alexia

El fútbol femenino no ha perdido con la lesión de Putellas porque gracias a su talento millones de espectadores pueden seguir la Eurocopa aunque ella no juegue

Archivo - Alexia Putellas

Archivo - Alexia Putellas / Oscar J. Barroso / AFP7 / Europa Press - Archivo

Que Rafa Nadal gane o pierda Wimbledon ya ha entrado en la dimensión del qué más da. No es igual, exactamente: animamos y deseamos su victoria porque su triunfo es más colectivo que el del país al que representa o el aficionado de tenis global. Cada punto que arranca con su raqueta es una derrota al paso del tiempo que nos quema una neurona más, que nos dibuja una arruga nueva, que nos dice que estamos más cerca del declive de nuestro potencial, del punto a partir del que todo aparenta ser ya una cuesta abajo sin freno.

Aún tiene carrera por delante, contra pronóstico, contra la biología y lo que hemos visto. No es lo mismo que gane o pierda una competición, no, pero la lección de vida que da este brujo de la raqueta va por otros derroteros, como la que da una Badosa que pierde su pase a cuartos de final. Una tenista excepcional, en el top del ranking de la WTA. A veces se pierde y lo normal, a todas luces, es perder. "Nos hemos malacostumbrado a ganar". 

El deporte es el rey de esta polarización, ganar o perder, con un marcador final y unas reglas de juego pero sobre todo un tiempo, que traza como una tiza en la pizarra la casilla donde cabe todo un mundo con su principio y su final. Ni siquiera la política, muy hooliganizada en las últimas décadas, compite en esta radicalidad. Cuando acaban unas elecciones, cada partido cocina los resultados para suavizar las aristas de los fracasos. 

Eurocopa femenina

El fútbol femenino brilla estos días en nuestras pantallas con la Eurocopa, y la lesión de Alexia Putellas, la estrella del campeonato, podría vivirse como una derrota más amarga que la de un Nadal retirado de Wimbledon por una dolorosa fisura abdominal. No se pierde una ocasión de gol, un partido, nos parece que pierde todo el fenómeno global que ha empujado al deporte femenino a la visibilidad, que ha ocupado su lugar en el mundo. ¿Pero es de verdad así? Aunque ella no estará en el campo del juego, están todas las demás, y el fenómeno era eso. 

Asomarse a las derrotas oficiales, aquellas que llevan certificado y cobertura informativa, es un misterio casi insondable. El periodista Francisco Cabezas lo hace en su primera novela, ‘Perder’, editada por Panenka. Un chaval de Cornellà que se siente impostor en el traqueteo de partidos que encadenan derrotas y victorias del Barça en distintos estadios, muchos aviones y maletas y más adrenalina, la del cierre de la crónica del partido a tiempo de llegar a rotativa, sobre todo cuando la pelota no solo perfora la red de una portería sino que además se lleva por delante una crónica que ha de rehacer entera en 5 minutos.

El periodista arrastra casi como un personaje mitológico la desventura, en un viaje vital y deportivo que le lleva desde el cielo de poder ejercer de cronista en un diario, su vocación, hasta la humillación del Parque de los Príncipes, en París, con la derrota por 4-0 ante el PSG en 2017 que abrió un largo camino de fracasos para el Barça. 

¿Qué es perder? Al final todo dependerá del punto de vista. También de los objetivos y la ambición. La partida puede parecer definida por unas reglas de juego, una convención a compartir por todos, pero al final cada jugador y hasta los participantes pasivos, los que miramos, tenemos nuestras propias claves para interpretar si se desarrolla según lo que esperamos de ese rato de competición.

Badosa no ha perdido en Wimbledon si nos ha devuelto a la casilla de que el deporte también es caer en una eliminatoria porque ha estado en ella y ha tenido opciones. El fútbol femenino no ha perdido con la lesión de Putellas porque gracias a su talento millones de espectadores pueden seguir la Eurocopa aunque ella no juegue. Nadal es Nadal gane o pierda o se lesione. Y el protagonista de ‘Perder’, el cronista de deportes que vive en un tiovivo de adrenalina, no perderá nunca porque va montado en una ilusión cumplida, escribir de lo que le apasiona y compartir su vida con gente como él. 

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