Opinión | TERCERA EDAD

El imprescindible valor de los mayores

La situación socio-demográfica que vivimos nos obliga a pensar en el modelo de derechos, participación y cuidado de nuestros mayores

Unos jubilados pasean por Bilbao

Unos jubilados pasean por Bilbao / EFE

 "En África, cuando un anciano muere, una biblioteca arde, sin necesidad de que las llamas acaben con el papel". Esta frase atribuida al escritor y etnólogo malí defensor de la tradición oral, Amadou Hampâté Bâ, pone de manifiesto no solo la importancia de la trasmisión oral en las comunidades africanas, y del necesario intercambio de conocimiento entre mayores y jóvenes, sino que, de alguna manera, pone el foco también en el inmenso valor que los mayores tienen para una comunidad. En los últimos años, los avances de la ciencia, el fortalecimiento de los estados de bienestar y los sistemas de salud, el control de enfermedades infecciosas y de la mortalidad infantil, entre otros factores, han hecho posible una de las verdaderas revoluciones de este siglo; el aumento exponencial de la esperanza de vida.

En los últimos 40 años hemos ganado el doble de la vida media de una persona hace un siglo. Un avance que ha sido mayor en mujeres (un aumento de 42,6 años hasta los 84,5) que en hombres (38,8 hasta los 78,4), según diferentes estudios que analizan las causas de este espectacular incremento. Ganar tiempo al tiempo y conseguir prolongar la esperanza de vida es un maravilloso fenómeno que pone a nuestra sociedad ante nuevos retos, especialmente en Europa y particularmente en España, que lidera tras Japón la lista del país del mundo con mayor esperanza de vida, y a su vez, se consolida como el país con más población mayor de 60 años.

En este contexto, resulta evidente y necesario no solo abordar los retos propios de la sostenibilidad del estado del bienestar y del sistema de pensiones, sino que requiere de un verdadero cambio en la garantía de una esperanza de vida activa y saludable y de la construcción de roles positivos de una población que tiene mucho que aportar. Este debe ser un debate, no solo para garantizar el sistema y los derechos de los futuros pensionistas, sino para proteger los derechos de los actuales mayores.

A estas alturas resulta obvio, que la situación socio-demográfica que vivimos nos obliga a pensar en el modelo de derechos, participación y cuidado de nuestros mayores, desde un enfoque de derechos humanos, máxime, cuando la pandemia nos ha demostrado ser el eslabón más precario y olvidado de nuestro sistema, aflorando fuertemente el edadismo (la discriminación por edad).

Según informes de Amnistía Internacional y Médicos Sin Fronteras, durante la pandemia del covid-19 los mayores fueron más del 50% de las víctimas mortales, y se violaron en muchas ocasiones claramente su derechos, aflorando de forma nítida las debilidades del actual modelo residencial y de cuidados. De esta forma hemos descubierto públicamente durante la pandemia que no estamos ofreciendo todos los servicios y apoyos que las personas mayores requieren cuando necesitan ser atendidos, algo que como sociedad no podemos tolerar. Esta situación nos obliga, no solo a conocer toda la verdad sobre lo ocurrido y a tomar las medidas necesarias, sino a abordar un cambio claro a través de legislaciones integrales como están haciendo ya otros países.

El gobierno de España y las CCAA están en pleno debate y reforma sobre el modelo residencial y el sistema de acreditación y calidad de las residencias y servicios de los mayores. Este es un buen momento no solo para garantizar un modelo integral de cuidados y asistencia de calidad, sino para ir más allá, como recordaba helpage y otras organizaciones recientemente durante el Día Mundial de Toma de Conciencia contra el Abuso y el Maltrato en la Vejez, construyendo una "sociedad intergeneracional más inclusiva, equitativa y adaptada a las personas mayores" que garantice la protección de los derechos humanos y ponga a los mayores en el lugar que se merecen proyectando en nuestras sociedades, como hacia Hampâté en las tribus africanas, su enorme e insustituible valor.