Opinión | CUMBRE DE LA ALIANZA ATLÁNTICA

La OTAN en Madrid

Pedro Sánchez y Joe Biden en una imagen de archivo.

Pedro Sánchez y Joe Biden en una imagen de archivo. / EP

Tras la debacle de la izquierda en Andalucía el gobierno quiere aprovechar la Cumbre de la OTAN para sacar pecho. Pedro Sánchez procurará hacerse las fotos que Biden hasta ahora le ha regateado, o la que pudo hacerse hace unos días en Kiev donde inexplicablemente desaprovechó una ocasión de oro para mostrar la estatura internacional de España acompañando a Scholz, Macron y Draghi. La Cumbre, que reunirá en Madrid a los líderes del mundo libre, es un éxito diplomático que conmemora los cuarenta años de nuestro ingreso en la Organización gracias a la clarividencia de Leopoldo Calvo-Sotelo y al posterior cambio de Felipe González con la yenka del no pero al final sí.

La reunión es importante porque va a aprobar el Concepto Estratégico que regirá la vida de la OTAN durante los próximos años actualizando el aprobado en Lisboa en 2010 cuando no había guerra en Ucrania, éramos amigos de Rusia, se hablaba de desarme nuclear, y China no había pisado el acelerador exigiendo un lugar en el mundo más acorde con sus ambiciones y con su peso económico. Son cambios muy importantes que además se aceleran con un futuro que cada día corre más rápido. De entrada, la invasión de Ucrania ha hecho saltar por los aires la arquitectura de seguridad europea que es la máxima prioridad y la razón de ser de la OTAN, que no es una organización global sino regional que sale muy reforzada de esta agresión. Hace pocos meses estaba "en muerte cerebral" según Macron y ahora se confirma como la única garantía real de seguridad ante amenazas tan graves como la de Putin, que no puede arriesgarse a cruzar la línea roja de un ataque a ninguno de sus miembros sin desencadenar una respuesta de todos juntos. Y eso que la reciente decisión de Lituania de poner trabas al tráfico entre Rusia y Kaliningrado por el corredor de Suwalki aumenta el riesgo de escalada del conflicto.

Este refuerzo de la relación trasatlántica retrasa nuestros proyectos de autonomía estratégica porque no hay más dinero que el que hay y en este momento todos somos conscientes de que encuentra mejor utilidad en la OTAN, aunque ese sea un flanco a no descuidar porque la seguridad europea no puede depender del humor del inquilino de La Casa Blanca. Países Bajos y Alemania, entre otros, anunciarán aumentos en su contribución durante la reunión de Madrid y es de esperar que también lo haga España, donde poco a poco parece abrirse camino la conciencia de que la cuarta economía de la Eurozona no puede aportar a la OTAN un porcentaje de PIB similar al de Luxemburgo, ni exigir dinero de los fondos Next Generation y no contribuir en igual medida a la defensa colectiva.

"Sería deseable que no hubiera voces discordantes dentro del gobierno español"

Nuestros mayores riesgos son hoy Rusia (se hablará mucho de la cooperación militar con Ucrania sin perder la condición de la no beligerancia), las amenazas terroristas y las cibernéticas, que crecen exponencialmente. Por eso en Madrid se reiterará la vigencia del artículo 5, el mantenimiento de las operaciones de gestión de crisis, se reforzará la relación con los 37 socios estratégicos, desde Japón o Nueva Zelanda a Mauritania, se profundizará en la cooperación OTAN/UE, y se mantendrá -con las debidas exigencias- la política de ‘puertas abiertas’ cuyo máximo exponente será el ingreso de Suecia y de Finlandia (cuando Turquía dé luz verde), que han visto las orejas al lobo y que reforzarán nuestro flanco Norte. También se procurará definir la futura relación con China. España procurará también que la OTAN preste más atención a su flanco Sur, el Mediterráneo, desestabilizado por la mala relación entre Argelia y Marruecos (y entre Argelia y España), la guerra de Libia o el auge de golpes de Estado y del terrorismo islamista en el Sahel, donde observamos con preocupación el desembarco de mercenarios rusos del Grupo Wagner. Ceuta y Melilla no están técnicamente cubiertas por el paraguas del artículo 5 de defensa colectiva, pero es políticamente impensable que los aliados europeos permaneciesen de brazos cruzados en el caso de que fueran agredidas.

Es una Cumbre que convertirá a Madrid en la capital del mundo durante un par de días en un momento muy delicado, y por eso sería deseable que no hubiera voces discordantes dentro del Gobierno español. Porque nos debilitan y no andamos muy sobrados de imagen.