Opinión | ANÁLISIS

Soñar con ser prostituta

Una sociedad feminista no puede considerar la prostitución una profesión más, porque el estigma social es demasaido fuerte

Verónica Fumanal: Ninguna mujer sueña con ser prostituta

/ EPC

¿Cómo se puede traducir la deseabilidad social? Sencillo, asumiéndolo en primera persona. Por ejemplo, ¿es deseable socialmente el aumento de licenciados universitarios? Claro, a mi me gustaría que mis hijos, si así lo desean, pudieran acceder a un grado superior, independientemente de su nivel de renta. Vayamos al tema que nos ocupa regulación o abolición y esta dicotomía se responde respondiendo a la pregunta ¿es deseable socialmente la prostitución? Pregúntese si le gustaría que su madre, su hija, usted misma o su hermana se dedicara a vender su cuerpo por dinero. Ya no digamos si fuera presa de una mafia. Centremos el debate sobre el abolicionismo.

Según los escasos datos de los que se disponen, en España ejercen la prostitución unas 100.000 mujeres, 80% mujeres migrantes indocumentadas y pobres. La mayoría de ellas lo hacen obligadas por mafias que las explotan y venden debido a su vulnerabilidad económica. Si hablamos de lupanares, en España hay unos 1.000, sin contar los servicios que se ejercen en otros lugares y los que se ofertan en internet.

Los que se lucran lo hacen a lo grande, la fiscalía calcula unos cinco millones de euros al día, otros estudios hablan de hasta 4.000 millones al año. Los datos son escalofriantes y no hablan de mujeres que eligen su destino, sino mujeres cuyas coyunturas de absoluta vulnerabilidad las llevan a vender su cuerpo.

Parece ser que sobre la trata y las mafias hay poca polémica, la amplia mayoría estamos de acuerdo en que hay que acabar con el tráfico de mujeres y su explotación sexual y para eso no hace falta una ley abolicionista, hacen falta recursos y voluntad de las instituciones públicas. De igual modo, que en el 2005 se creó la UDEF para luchar contra los crímenes organizados y las mafias económicas, en la actualidad se podría crear una unidad específica para luchar contra las mafias de trata que explotan y prostituyen a mujeres contra su voluntad.

Los datos no hablan de voluntad política, entre el 2016 y 2020 hubo 170 explotadores detenidos, se detectaron 4.000 mujeres en situación de riesgo, de las cuales 575 fueron consideradas víctimas. En el 21, solo hubo una sentencia por proxenetismo. Es tan solo la punta del iceberg de ese 80% de mujeres explotadas en situación de vulnerabilidad. La permisividad social es evidente, faltan medios y, por lo tanto, voluntad de las instituciones.

Vayamos al por qué del abolicionismo, que tiene que ver, como decía, con lo que una sociedad considera deseable o no. El regulador a través de las leyes expresa lo que socialmente consideramos deseable o no. Matar no es deseable socialmente, robar tampoco, defraudar al fisco tampoco… aquí puede haber moralidad, pero, sobre todo, el cuerpo legal reafirma lo que socialmente consideramos deseable para nuestra vida en común y prohíbe y condena lo que no.

La prostitución no es un trabajo deseable socialmente, es una actividad que cosifica a las mujeres y que reproduce la esclavitud a nuestro siglo en forma de mujer. De igual modo, que una persona no puede vender un riñón o su córnea, porque, aunque sea su cuerpo, como sociedad no consideramos deseable que esto suceda, no entiendo porque se considera que sí es deseable que una mujer no venda una parte de su cuerpo, sino que lo venda entero. Otro ejemplo de lo mismo es el debate sobre la maternidad subrogada a cambio únicamente de dinero.

Una sociedad feminista no puede considerar la prostitución una profesión más, porque el estigma social y el coste personal es tan fuerte que no podemos desearle a nadie tener que vender su cuerpo para poder vivir o sobrevivir. ¿Una mujer prostituta puede alcanzar la plenitud profesional, realizarse como persona según la pirámide de Maslow? ¿Podría ir al colegio de sus hijos a presumir de ser la mejor prostituta comparándose a otras líderes del periodismo, juezas, estilistas…?

¿Una mujer prostituta puede tener una vida normalizada, con su pareja, su sueldo, su seguridad social, sus hijos? La respuesta es no. Y, porqué socialmente vamos a expresar a través de la regulación que consideramos que eso sí está bien para algunas, las pobrecitas, a las que les cercenamos el derecho de aspirar a nada más. Yo aspiro a vivir en una sociedad que permita que cualquiera, da igual su origen socioeconómico pueda alcanzar sus sueños, y ninguna niña sueña con ser prostituta.