Opinión | DIPLOMACIA

Pulso con Argelia

Al romper el Tratado de Amistad con España y suspender el comercio exterior, Argel abre muchas incógnitas sobre el gas y el futuro de las empresas

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante su visita a Argel, capital de Argelia, el pasado 8 de diciembre de 2020.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante su visita a Argel, capital de Argelia, el pasado 8 de diciembre de 2020. / Fernando Calvo

La ruptura por parte de Argelia del Tratado de Amistad firmado con España en 2002 y la suspensión de las operaciones de comercio exterior abren un rosario de incógnitas sobre la repercusión de estas medidas en el suministro de gas y el futuro de las empresas españolas con intereses en el país. El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, asegura haber recibido garantías al máximo nivel del Gobierno argelino acerca del mantenimiento del suministro, pero el viaje urgente a Bruselas para recabar el apoyo de la Unión Europea deja claro que la tensión entre Madrid y Argel es indiscutible. Se prevén días difíciles para el jefe de la diplomacia española.

España dio un giro radical en relación al Sáhara Occidental para apoyar la solución autonomista auspiciada por Marruecos. Fue un ejercicio de realismo a la hora de encontrar una solución viable a la situación del pueblo saharaui. También para cerrar la crisis con Rabat y aliviar la presión marroquí sobre Ceuta y Melilla. Un movimiento estratégico impensable en las últimas décadas por el peso de la deuda histórica de España con los saharauis, y por el tradicional equilibrio de fuerzas en el área del Estrecho. Sin embargo, la realidad geoestratégica ha cambiado. Estados Unidos está más comprometido con la estabilidad de la región a raíz de la guerra de Ucrania y sus consecuencias sobre el mercado internacional del gas. Tampoco hay que olvidar el apoyo de Rusia al régimen argelino.

La política exterior de España se ha redefinido ante esta nueva realidad pero Argelia ha reaccionado tensando la cuerda en su relación comercial con España y tendiendo la mano a Italia como nuevo socio preferente en el suministro de gas. Los riesgos no son menores, empezando por la amenaza de agrietar la excepcionalidad ibérica recién aprobada por la Unión Europea, que depende de que el gas argelino –25% del consumo español– fluya sin contratiempos y sin aumentar el precio que paga España.

La UE debería dar a Madrid un apoyo más explícito, aunque el conflicto se resuelva de forma bilateral

Argelia es un actor fundamental en la política de seguridad española, por la cooperación antiterrorista y por la gestión de los flujos migratorios. Pero el margen de maniobra del Gobierno argelino, con una población castigada por la crisis económica y la corrupción rampante, es muy relativo. Renunciar a sus acuerdos de exportación con España es un escenario inimaginable. Y su pulso implica al conjunto de la Unión Europea, al cuestionar el Acuerdo Euromediterráneo vigente desde 2005. Además, el cambio de enfoque en la relación española con Marruecos no está desvinculado de la política exterior europea.

En este sentido, el apoyo del portavoz del Ejecutivo comunitario, Eric Mamer, instando a Argel a "dar marcha atrás" en una decisión que ha calificado de "extremadamente preocupante" es significativo. La resolución del conflicto será bilateral, pero sería preciso un mensaje más explícito por parte de la UE. El encuentro previsto para hoy entre el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, y el comisario de política comercial de la UE, Valdis Dombrovskis, sería el momento de hacerlo evidente.