Opinión | ECONOMÍA

Pagar por el dinero otra vez

El impacto del incremento de los tipos por parte del Banco Central Europeo a partir de julio es una incógnita en un marco de inflación continuada

Una oficina del Banco Santander.

Una oficina del Banco Santander. / Reuters

El anunciado incremento de los tipos de interés por parte del Banco Central Europeo, en dos fases y a partir del mes de julio, como reacción ante una inflación sin pausa, tendrá un impacto cuyo alcance aún está por desvelar, tanto en la economía europea como en la española.

Una de las consecuencias del cambio de política monetaria, el encarecimiento del crédito y en consecuencia de las cuotas para las hipotecas contratadas a tipo variable, ya fue visible desde el pasado enero. 

El regreso a la remuneración de los depósitos bancarios parece, en cambio, que se hará esperar. En cualquier caso, no se percibirá hasta pasado el verano, no antes de que el Banco Central Europeo haga efectivo el incremento de sus tipos de intervención. Un fenómeno a dos velocidades similar al del reflejo del coste del crudo en el de los carburantes, más inmediato a la hora de subir que a la de bajar.

Salvo que alguna entidad relevante decida ganar cuota de mercado con una política comercial agresiva, los bancos españoles se muestran remisos a dar este paso. Argumentan que, con un tipo de interés oficial del 0% desde marzo de 2016, guardar nuestro dinero les ha supuesto un gasto y no un beneficio o que no han trasladado esa factura a las pequeñas empresas ni a los hogares.

Con todo, hay que recordar que parte del coste asumido por no penalizar los depósitos fue compensado por la vía de las comisiones por los servicios bancarios, aunque en gran parte los clientes fieles hayan quedado exentos. Asimismo, los bancos salen de un 2020 marcado por una pandemia que les hizo encajar pérdidas multimillonarias pese a recuperar beneficios en 2021 empezando a alcanzar en el conjunto del sistema una rentabilidad superior a la que pudieran esperar los inversores. 

Es lógico que si las entidades cobran más por el crédito, remuneren más a quien deposite su dinero e incluso que las comisiones se relajen cuando vuelvan a captar ingresos con los márgenes tradicionales. 

Entre las consecuencias de la subida de tipos, el incremento de la remuneración de los depósitos bancarios tendrá un menor impacto que el que se supone sobre el endeudamiento de familias y empresas. Aunque la caída de la rentabilidad de los depósitos o la deuda pública provoque un cambio de destino del ahorro hacia los fondos de inversión o el mercado inmobiliario, tampoco parece que esta tendencia vaya a revertirse mientras el tipo de los depósitos siga por debajo de una inflación al alza.  

Deberá tenerse en cuenta, igual que la prudencia en maniobrar a partir de unos balances saneados. A pesar de que la banca no espere un incremento de la morosidad y crea que el aumento del coste de las hipotecas será asumible por las familias, la presión del aumento de precios -y el que supondrá la subida de tipos en la deuda a corto plazo de las empresas.