Opinión | LA VENTANA LATINOAMERICANA

Colombia gira hacia el populismo

Las profundas ansias de cambio de la sociedad colombiana se han impuesto, pero también el temor a un probable triunfo de Petro y un rechazo a su figura

Gustavo Petro se dirige a la concurrencia tras conocerse los resultados electorales.

Gustavo Petro se dirige a la concurrencia tras conocerse los resultados electorales. / Reuters

Con un 40% de los votos, Gustavo Petro, el candidato de la coalición de izquierdas Pacto Histórico, se impuso claramente a los restantes contendientes con los que competía en la primera vuelta de las elecciones presidenciales de Colombia. Sin embargo, los más de 8.500.000 de votos obtenidos en esta oportunidad no le serán suficientes para darle acceso a la Casa de Nariño, la sede del Jefe de Estado. Habrá, entonces, que disputar una segunda vuelta, el 19 de junio, donde deberá enfrentarse a la gran sorpresa de esta elección, Rodolfo Hernández, “el ingeniero”, que obtuvo casi seis millones de votos, lo que supone el 28% del apoyo popular.

Estas cifras muestran la magnitud del castigo al oficialismo, un castigo conocido como voto bronca o voto del cabreo. En Colombia, se habla de un voto contra el “establecimiento”. Más allá de la considerable votación obtenida por Petro, a tal punto que nunca la izquierda colombiana había alcanzado un respaldo semejante, lo cierto es que Colombia, o incluso América Latina, no está girando hacia la izquierda sino hacia el populismo, a diferencia de lo que se venía sosteniendo de forma insistente en los últimos meses.

Tanto Petro como Hernández, cada uno con sus peculiaridades y dentro de su específico campo de acción, podría incluirse en la amplia y a veces resbaladiza categoría de político populista. Por un lado, Petro tiene un componente fuertemente nacionalista y antiimperialista, coherente con su paso por la guerrilla del M-19, al que luego sumó su declarada admiración por el proyecto bolivariano de Hugo Chávez.

Por el otro, Hernández se presenta como el candidato de la antipolítica, reforzado con su fuerte alegato contra la corrupción y la partidocracia. Entra las tantas y atrabiliarias promesas hechas durante la campaña está la supresión de una serie de embajadas y consulados, a lo que se suman unas declaraciones formuladas en 2016 donde manifestaba su admiración por Adolf Hitler. Y si bien luego se retractó y dijo que se trataba de un lapsus, ya que en realidad estaba pensando en Albert Einstein, estamos ante un dato más que lleva a compararlo de forma reiterada con Donald Trump.

Pese a los esfuerzos de Federico 'Fico' Gutiérrez, el candidato del centro derecha y gran derrotado de la jornada electoral, su intento de despegarse tanto del presidente Iván Duque como de Álvaro Uribe tuvo escasos resultados. Gutiérrez era, sin lugar a duda, el mayor símbolo de la continuidad. De ahí que numerosos ciudadanos terminaran dándole la espalda. Y que otros, a tenor de lo que apuntaban las encuestas y refrendaba el sentir colectivo, pensaran que el voto útil para derrotar a Petro era el de Hernández y no cualquier otro. Esto explica su rutilante aparición y su crecimiento espectacular en las últimas tres semanas, repitiendo un fenómeno similar al ocurrido en Costa Rica y Perú, con sus actuales presidentes, Rodrigo Chaves y Pedro Castillo.

Se abre ahora un escenario totalmente diferente, donde Petro, ex alcalde de Bogotá no podrá presentarse como el único candidato del cambio

De hecho, las opciones de Hernández para aglutinar todo el voto, desde el centro a la derecha, son amplias, lo que complica enormemente el futuro del líder del Pacto Histórico. Se abre ahora un escenario totalmente diferente, donde Petro, ex alcalde de Bogotá no podrá presentarse como el único candidato del cambio. Mientras tanto, Hernández, ex alcalde de Bucaramanga, con su fuerte discurso contra la corrupción, también reclama su derecho a reclamarse como el verdadero agente del cambio, aunque nadie tenga claro en su caso el significado profundo de una afirmación semejante.

Se da la circunstancia añadida de que ninguno de los dos candidatos tiene la mayoría parlamentaria. Ambos se enfrentarán a una Cámara de Representantes y a un Senado muy fragmentados entre varios partidos, lo cual compromete seriamente la gobernabilidad. Otro elemento a considerar es la falta de experiencia en la gestión de la política nacional tanto de Petro como de Hernández, lo cual también es un riesgo considerable de cara al futuro.

Las profundas ansias de cambio de la sociedad colombiana se han impuesto, pero también el temor a un probable triunfo de Petro y un rechazo a su figura. Sus opciones de seguir creciendo para derrotar a Hernández, que podría articular la alianza de todos contra Petro, son muy limitadas. En esta ocasión la participación rondó el 55%, una de las más elevadas de los últimos tiempos, lo que hace pensar que no sería esperable un incremento considerable del número de votantes, de modo que el efecto de una mayor movilización sería escaso.

Comienza ahora un intenso período de tres semanas que deberá llevar al balotaje. Hasta ahora Hernández ha desarrollado una campaña de limitada presencia física, alejada de los debates y con un peso predominante de sus mensajes a través de las redes sociales. Habrá que ver si esto le sigue funcionando de cara a la segunda vuelta. De la respuesta de los electores ante esta conducta y de los errores que uno y otro puedan cometer dependerá el resultado final y, por la tanto, la identidad del próximo presidente de Colombia.