Opinión | PERSPECTIVA ELECTORAL

La economía, siempre la economía

El partido que los ciudadanos perciban como más preparado para gestionar la economía (ojo, la del bolsillo de las personas) partirá, sin duda, de una posición electoralmente ventajosa

La inflación de la eurozona registra su nivel más elevado desde 2008.

La inflación de la eurozona registra su nivel más elevado desde 2008.

Parece haber cierta preocupación en el Gobierno por haber perdido impulso demoscópico-electoral en los últimos meses a pesar de su actividad legislativa desarrollada a lo largo de la actual legislatura. Un desgaste que algunos achacan más a la errónea (a veces por ausente) comunicación de sus éxitos políticos, que a las medidas y políticas implementadas. Al fin y al cabo, a lo largo de estos meses se han aprobado 59 leyes, 80 decretos leyes y 140 iniciativas legislativas y además, la mayoría de ellas, de un importante calado social: el ingreso mínimo vital, la regulación de la eutanasia, medidas en materia de protección y asistencia a las víctimas de violencia de género, reforma laboral, la nueva ley de Educación…

Los más directos rivales electorales del actual Gobierno (PP y Vox) han aumentado sus apoyos demoscópicos en los últimos meses

Pero, ¿realmente los datos indican un desgaste electoral? Según las estimaciones de Ipsos para el caso de unas inmediatas elecciones generales, el PSOE estaría ahora en 27.6% del voto frente al 28.0% que logró en 2019. Y Unidas Podemos, el otro socio de Gobierno, conseguiría el 11.3% frente al 12.9% de los últimos comicios. La suma de ambos estaría dos puntos por debajo de su resultado conjunto de hace dos años. Unos datos que, en condiciones normales, no llevaría a casi nadie a hablar de desgaste. Pero todo es relativo, y el gran cambio, también de percepción, se produce porque los más directos rivales electorales del actual Gobierno (PP y Vox) han aumentado sus apoyos demoscópicos en los últimos meses hasta lograr situarse, como es el caso del PP, como primera fuerza política en el conjunto de España.

El efecto reactivo de la elección de Alberto Núñez-Feijóo sobre el potencial electorado de los populares ha sido, al menos inicialmente, claramente positivo: ha logrado capaz de aumentar la fidelidad de voto de su partido, sacar a votantes suyos de la abstención demoscópica en la que inusualmente estaban instalados, frenar fugas (ahora el PP atrae a más votantes de Vox de los que los que “envía” al partido de Abascal) e, incluso, llamar la atención de una parte de votantes socialistas: todavía pequeña, pero superior a la que el PP de Casado era capaz de atraer.

Está todavía por ver si esta reacción de los populares supone una recuperación puntual, es decir, una catarsis colectiva pasajera tras su reciente crisis interna o si, por el contrario, significa la recomposición y consolidación del proyecto de Feijóo al frente del PP. En este sentido, son muchos los hitos que quedan por delante como para poder fijar ahora como definitiva la actual fotografía electoral. Entre ellos, las elecciones andaluzas del próximo 19 de junio o las elecciones municipales y autonómicas del próximo año. Y uno que considero especialmente importante: la evolución de la economía. O mejor, la percepción de los ciudadanos sobre la evolución de la economía. Y aquí quería detenerme en esta ocasión porque en función de cómo sea esta, el beneficiado electoral pueden ser unos u otros partidos.

Preocupación por la economía

En estos momentos, según un estudio de Ipsos llevado a cabo durante el pasado mes de abril, el 82% de los españoles considera que la situación económica del país es mala. España, además, es el país, en comparación con otros de nuestro entorno, en el que más ha crecido la preocupación por la inflación en el último mes. Un tercio de los españoles se muestran ya preocupados por el alza de los precios.

El 82% de los españoles considera que la situación económica del país es mala y un tercio se muestras preocupado por la evolución de la inflación

Es cierto que, hoy por hoy, y a pesar de esta percepción de la economía nacional, la mayoría evalúa positivamente su situación económica personal. Pero, el escenario futuro que se prevé contiene más partes oscuras que claras. Y en un clima de incertidumbre creciente, esta proyección es determinante. Así, y pensando en los próximos seis meses, el 82% se muestra preocupado por el incremento del coste de bienes y servicios; el 61 % lo está por su capacidad para poder pagar las facturas del gas y de la electricidad; y un porcentaje idéntico (61%) piensa que no podrá comprar cosas que habitualmente suele adquirir. El partido que los ciudadanos perciban como más preparado para gestionar la economía (ojo, la del bolsillo de las personas) partirá, sin duda, de una posición electoralmente ventajosa. Ya lo hemos visto en el pasado y probablemente lo volvamos a ver.

La responsabilidad de la mala situación económica nacional recae en actores y circunstancias exteriores antes que en el Gobierno y sus medidas

En estos momentos, para los ciudadanos, la responsabilidad de la mala situación económica nacional recae en actores y circunstancias exteriores antes que en el Gobierno y sus medidas: el 82% se lo atribuye al estado de la economía global, el 78% a la invasión de Ucrania y sus consecuencias; el 72% a que las grandes empresas obtienen beneficios excesivos; y el 70% a la pandemia de la COVID. Una externalización de las culpas que, en cierto modo, beneficia más a los partidos en el Gobierno. Pero, aunque en menor medida, también la amplia mayoría de los españoles (69%) achaca el aumento del coste de la vida a las políticas del Gobierno. En este equilibrio de responsabilidades, la pregunta que cabe preguntarse es si los partidos de la oposición serían capaces de hacerlo mejor. Y ahí estará la clave.