Opinión | LEY DEL ABORTO

Una mirada científica sobre la regla para acabar con tabús

La incapacidad temporal de la nueva legislación no es una barra libre de bajas laborales

Productos para la menstruación en una farmacia de Barcelona, en 2016.

Productos para la menstruación en una farmacia de Barcelona, en 2016. / RICARD CUGAT

La regla puede provocar molestias intensas. Se calcula que un 15% de las mujeres en edad fértil sufren dolores incapacitantes (dismenorrea), un padecimiento incompatible con una vida normal. Antiguos tabús y un sesgo discriminatorio hurtaron una mirada científica sobre la menstruación. Era cosa de ‘mujeres’. Por tanto, de escasa consideración. Eso cuando no servía para alimentar la narrativa de la debilidad. Demasiado frágiles para trabajar, para exponerse en las calles, para equipararse a los hombres… El sexo débil. Contra esta discriminación batallaron las feministas.

En 1910, la médica e investigadora norteamericana Clelia Duel Mosher publicó que no hay ninguna razón fisiológica para que las menstruaciones normales discapaciten a las mujeres. Pero era una voz contra millares. Hoy ya no está en duda la capacidad laboral de las mujeres, pero sigue en la penumbra la complejidad de la menstruación. La endometriosis (enfermedad que causa dismenorrea y afecta a un 10% de mujeres en edad reproductiva) tarda una media de nueve años en ser diagnosticada. Solo seis autonomías cuentan con unidades especializadas en hospitales públicos para atender a pacientes con esta enfermedad. Queda mucho camino por recorrer.

La nueva ley del aborto contempla una incapacidad temporal por reglas dolorosas. Eso no es una barra libre de bajas laborales, como aducen algunas voces contrarias a la medida. Ese argumento solo criminaliza a las mujeres. No se trata de un permiso automático, sino de la certificación médica de un dolor invalidante. ¿Puede perjudicar a la integración laboral de las mujeres? No debería. Ya no estamos en los inicios del siglo XX. La menstruación forma parte de la vida de la mitad de la humanidad, reconocer sus formas más dolorosas es una simple cuestión de información y de superar tabús ancestrales que la consideraban algo impuro y vergonzoso. Una herencia de mitos e ignorancia ha provocado una brecha de conocimiento entre el cuerpo femenino y el masculino. Aunque la medicina lleva años tratando de recuperar terreno, el abismo es importante.