Opinión | SOLICITUDES ENTRADA

Ucrania, la guerra que amplía la OTAN

Finlandia y Suecia quieren entrar formalmente en la Alianza por temor a ser agredidos y los socios deben reaccionar, más allá de las amenazas rusas

Sede de la OTAN en Bruselas.

Sede de la OTAN en Bruselas. / ZHENG HUANSONG / XINHUA NEWS / CONTACTOPHOTO

Finlandia y Suecia quieren entrar en la OTAN. Han anunciado ya que se van a cursar solicitudes formales. Esto abre, inevitablemente, una nueva fase de incertidumbres acerca de las consecuencias colaterales de la guerra en Ucrania. No solo por los avisos que Rusia ha empezado a envíar a los finlandeses, concretada de momento en el corte de la exportación de electricidad a sus vecinos, sino también por la reacción inmediata de Turquía -incomoda con los deseos de Finlandia y Suecia por razones que poco o nada tienen que ver con la crisis en curso-, y las posibles objeciones de Hungría a la operación. Esas reticencias podrían romper la unanimidad que requiere la entrada en la Alianza de ambos Estados. Está por ver hasta dónde llegan los ‘peros’ de turcos y húngaros. En todo caso queda en evidencia que la unidad de Occidente a raíz de la invasión de Ucrania es un bien muy preciado en esta coyuntura, pero más quebradizo de lo que parece.

Una vez más, las políticas internas interfieren en la gestión de una crisis a punto de cumplir tres meses. El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, acusa a los dos países nórdicos de cobijar terroristas –se refiere al exilio allí de integrantes del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK)–, un argumento que le libera de referirse a la que, seguramente, es la auténtica preocupación de Ankara: dañar su relación privilegiada con Moscú, derivada de la implicación de ambas autocracias en Siria. El presidente de Hungría, Viktor Orbán, necesita disponer de algún instrumento de presión sobre la UE, para zafarse de la fiscalización que ejerce sobre sus actos de Gobierno, suspendido como está el acceso de Budapest a los fondos europeos.

A los avisos de Putin hay que sumar también las reticencias de Turquía y de Hungría a que la Alianza crezca"

Aunque es más que improbable que tales disonancias bloqueen la ampliación de la OTAN, no dejan de perturbar la ruta hacia otro objetivo inmediato: establecer un mecanismo que garantice la seguridad de Suecia y Finlandia en tanto no se consuma su incorporación, algo que puede prolongarse entre seis meses y un año. Porque mientras no sean miembros de pleno derecho no será de aplicación en ambos países el artículo cinco de la Carta Atlántica, que obliga a una respuesta conjunta de la OTAN en caso de ataque. Una brecha que es necesario taponar frente a un país imprevisible como Rusia, preocupado por la ampliación de su frontera con la Alianza mediante dos países con ejércitos altamente tecnificados y habituados a coordinarse con la estrategia general de la OTAN.

Hay que dar garantías a los aspirantes de que no estarán solos si son atacados mientras se consuma el proceso"

Hay en todo ello el riesgo cierto de que Rusia interprete que Occidente da un paso más en la escalada de la guerra en Ucrania y sea usado para alimentar su discurso de autoprotección ante el supuesto temor a ser agredido. Pero más allá de las interpretaciones de Putin, lo hecho en terreno ucraniano y las continuas amenazas provocan a Sucecia y Finlandia inseguridad, razón suficiente para que culmine su ingreso en la OTAN sin impedimentos.