Opinión | PRECIO DE LA LUZ

Limitar el precio del gas: solo el inicio

Garantizar que este producto será más barato durante un año en España resuelve un problema puntual, pero urge una estrategia global de la UE

La vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, comparece en una rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros Extraordinario, en La Moncloa, a 13 de mayo de 2022, en Madrid.

La vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, comparece en una rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros Extraordinario, en La Moncloa, a 13 de mayo de 2022, en Madrid. / Alberto Ortega / Europa Press

El Gobierno aprobó el pasado viernes el mecanismo acordado con Bruselas que debería rebajar la factura de la luz a partir de junio: topar el precio del gas que se usa para producir electricidad. Es fruto de la llamada "excepción ibérica", con la que España y Portugal convencieron a la Comisión de que su escasa dependencia del gas ruso les permitía intervenir sobre el mercado, al margen del resto de la UE. Con este mecanismo, que limita en los primeros seis meses un precio de 40 euros el megavatio hora (MWh), y que subirá progresivamente hasta 70 euros MWh en un año, el Ejecutivo afirma que los consumidores (primero, los que tienen la tarifa regulada y después, el resto) notarán en sus recibos los resultados. Una solución que pretende ser rápida, pero que también es temporal y a medias, porque la crisis energética en Europa (no solo España, aunque pretenda ser una "isla") es mucho más compleja.

Fijar el precio del gas es la última respuesta del Ejecutivo español para atajar la subida de la factura eléctrica. Antes, ya había recortado la parte regulada del recibo de la luz, rebajando impuestos, lo que ha tenido un efecto relativo, porque ha quedado absorbido por el imparable encarecimiento del gas, que en el sistema marginalista actual es el que marca el precio por el que se paga toda la electricidad (aunque solo lo usen las centrales de ciclo combinado y las otras fuentes usadas sean más baratas). Al limitar el precio del gas se evita el sobrecoste en las otras centrales (hidroeléctricas, nucleares y renovables). Se estima que esto podría rebajar un 30% lo que pagan los consumidores. Suponiendo que no haya un vuelco geopolítico, por ejemplo, que la guerra se recrudezca y que Rusia decida cortar todo el gas a la UE. Ahora parece improbable, pero de momento ya lo ha hecho con el gasoducto que atraviesa Polonia. Y está por ver la reacción rusa al acercamiento de Finlandia a la OTAN.

Es lógico que el consumidor reciba de buen grado cualquier rebaja en la factura. El riesgo es que el resultado práctico no sea el esperado. Ha ocurrido con los precios de los carburantes, que siguen subiendo pese a la subvención de 20 céntimos/ litro. La vicepresidenta Nadia Calviño ha encargado a Competencia que estudie si los operadores están trasladando la bonificación a los clientes. Hay otros flecos en la medida aprobada el viernes. Por ejemplo, qué pasará con el gas que se exporte a países como Francia, ya que también estará subvencionado por España. También la manera en que se compensará a las centrales de gas, ya que serán los clientes de la tarifa regulada los que asumirán en sus facturas la diferencia (aunque Teresa Ribera asegura que en la suma final acabarán pagando menos). Y por último, cómo quedará dicha tarifa regulada PVPC (Precio voluntario para el pequeño consumidor), porque Bruselas exige una reforma de esta tarifa a partir de 2023. Se espera que sea más estable, pero falta la letra pequeña.

Los analistas prevén que los mayores problemas vendrán tras el verano, cuando crezca la demanda energética"

Los analistas prevén que los mayores problemas vendrán tras el verano, cuando crezca la demanda energética, si para entonces Europa no ha encontrado alternativas al gas siberiano. Estados Unidos, Qatar y Argelia pueden ampliar su suministro, pero las infraestructuras no están preparadas y, además, algunos de estos países podrían presionar en beneficio de sus intereses. Que España limite durante un año el precio del gas resuelve un problema puntual, pero no es más que eso, un parche. La respuesta definitiva debe venir por una estrategia conjunta de la Unión Europea. Y no debe tardar.