Opinión | DEPORTES

Unidad para los Juegos Olímpicos

Las diferencias políticas amenazan con arruinar las opciones de la candidatura conjunta de los Pirineos para los Juegos de Invierno 2030

El presidente aragonés, Javier Lambán, y el presidente del COE, Alejandro Blanco, durante su visita a Zaragoza el pasado mes de febrero.

El presidente aragonés, Javier Lambán, y el presidente del COE, Alejandro Blanco, durante su visita a Zaragoza el pasado mes de febrero. / Agencias

Los desacuerdos entre Cataluña y Aragón amenazan con arruinar la candidatura conjunta para los Juegos Olímpicos de Invierno de 2030. Las posiciones están tan alejadas que ambas comunidades autónomas se están planteando presentar candidaturas por separado. Una mala idea, porque la única posibilidad de triunfar es que haya una única aspirante, dejando atrás las divergencias que han llevado a la ruptura.

Es conocida la reticencia del Comité Olímpico Internacional (COI) a conceder la organización de los Juegos a países en los que no existe unidad política y quien se postula no cuenta con el aval de todos los gobiernos implicados, en este caso del Gobierno central y de los dos autonómicos. La semana pasada, el Comité Olímpico Internacional (COI) advirtió de que las diferencias políticas hacían "perder credibilidad" a la candidatura de los Pirineos, que ya de por sí tiene el difícil reto de demostrar que puede adaptarse tanto a las condiciones climáticas locales como a los exigentes criterios de sostenibilidad fijados por el Comité.

La unidad es imprescindible porque la competencia es poderosa. Salt Lake City (Estados Unidos), Vancouver (Canadá), y la japonesa Sapporo competirían con la candidatura española. Las tres tienen la ventaja de la experiencia porque ya han organizado antes Juegos Olímpicos de Invierno, pero también la desventaja de repetir candidatura, mientras que los Pirineos nunca antes han conseguido unos Juegos, a pesar de que la localidad aragonesa de Jaca lo ha intentado, sin éxito, en cuatro ocasiones (1998, 2002, 2010 y 2014).

Hay que recordar que se había alcanzado un acuerdo técnico, aunque con clara intención de equilibro político, sobre la composición de la candidatura, suscrito por todas las partes (Gobierno central, Gobierno de Aragón, Comité Olímpico Español y Generalitat), pero después el Gobierno presidido por Javier Lambán se descolgó del pacto argumentando que Aragón se sentía perjudicado en el reparto de las pruebas. El acuerdo adjudicaba el esquí alpino, el snowboard, el freestyle y el esquí de montaña al Pirineo catalán. El esquí de fondo y el biatlón iban al aragonés igual que el curling , el patinaje sobre hielo y las pruebas de velocidad. Mientras, Barcelona sería la sede del hockey sobre hielo.

El principal problema parece ser el esquí alpino y por eso Aragón ha propuesto dividir las pruebas por sexos: el masculino en Cataluña y el femenino en Aragón. Un intercambio de pruebas (el freestyle en Aragón y parte del patinaje artístico en Barcelona) ha sido rechazado por Aragón.

El COE admite que, en el último tramo de las negociaciones, Cataluña ha actuado con mayor flexibilidad, pero lo cierto es que el bloqueo permanece y el COE ha advertido de que o hay candidatura conjunta o no hay candidatura. Por eso, pese a los amagos por ambas partes de presentarse en solitario, la única solución es apurar las negociaciones hasta el final y reconstruir la unidad de la candidatura. El COE ha fijado la fecha tope para dentro de nueve días, antes de que el 1 de junio el presidente del COI, Thomas Bach, visite Barcelona. En esos nueve días hay que lograr un acuerdo para que el Pirineo tenga posibilidades de albergar por primera vez unos Juegos Olímpicos de Invierno.