Opinión | TECNOLOGÍA

¿Qué pasó con el coche autónomo?

La industria lleva los últimos años rebajando las expectativas o, mejor, dimensionándolas en su justa medida, sin la hipérbole

Coche autónomo en pruebas.

Coche autónomo en pruebas. / EPC

En la serie sobre el fundador de Uber, Travis Kalanick, basada en el libro 'Super Pumped: la batalla por Uber', de Mike Isaac, el protagonista aparece en varias ocasiones apostando por el coche autónomo como solución a todos los problemas de su particular guerra contra el mundo. En su visionario y desquiciado plan para cambiar radicalmente y para siempre la movilidad en las ciudades, esa tecnología aparece como una pieza clave del puzle de intereses políticos, corporativos y financieros que alimentan esta trepidante historia. En un momento de crisis, que anticipa su caída como CEO de la famosa compañía, Kalanick tiene que aceptar con pesar que, contra sus mejores pronósticos, el coche autónomo tendrá que esperar.

En 2016, el vehículo autónomo era una tendencia mediática; todo apuntaba a que se encontraba en una fase de desarrollo avanzada y su implantación práctica y comercial, aunque no generalizada, podría ser inmediata. Puro 'hype', al parecer. ¿Dónde está el coche autónomo? ¿Por qué parece haber desaparecido de la agenda? ¿Veremos algún día en nuestras ciudades vehículos circulando sin conductor? Sólo la última pregunta tiene una respuesta clara, en la que están de acuerdo investigadores, inversores, interesados: sí, los coches sin conductor estarán en nuestras vidas.

Sin embargo, la industria lleva los últimos años rebajando las expectativas o, mejor, dimensionándolas en su justa medida, sin la hipérbole. Son varias las empresas que están trabajando en perfeccionar esta tecnología; por supuesto Tesla, de Elon Musk, pero también Waymo, Aurora, Ford, Toyota y otros fabricantes de coches. No parece que estas empresas estén invirtiendo en algo que no sea factible, pero es fácil entender que, por los riesgos asociados, no puedan permitirse errores ni muchas licencias en los procesos de prueba y error (ha habido al menos cinco muertes relacionadas con el vehículo autónomo, pero siguen haciéndose pruebas, incluso en ciudades con el tráfico de Nueva York). Por eso la pregunta no es sólo cuánto tiempo pasará hasta alcanzar un nivel de automatización completa de la conducción, sino cuándo esta automatización será suficientemente segura.

Son varias las empresas que están trabajando en perfeccionar esta tecnología; por supuesto Tesla, de Elon Musk, pero también Waymo, Aurora, Ford, Toyota y otros fabricantes de coches"

La cuestión de la seguridad, que es crucial para la implantación del coche autónomo, parece toparse con uno de esos problemas que nos gustan aquí: las máquinas funcionan en su mundo de máquinas, pero “se desconciertan” en su interacción con los humanos. Porque en la calle no es como en el laboratorio; ahí fuera las cosas se complican. Las máquinas pueden aprender y mejorar, incluso solas, pero la inteligencia artificial no termina de manejar las suposiciones, la arbitrariedad y el capricho humano. Cómo no sentir simpatía. Las máquinas, ay, no tienen intuición ni, de momento, capacidad deductiva. Un problema.

Así que si ustedes lo esperaban con impaciencia, curiosidad o escepticismo, sepan que existir, existe, pero el coche autónomo aún se va a hacer esperar.