Opinión | ELECCIONES EN FRANCIA

Macron gana, Le Pen avanza

El claro triunfo del presidente saliente indica que el cordón sanitario funciona en Francia a pesar de haberse debilitado

Emmanuel Macron celebra su reelección como presidente de Francia.

Emmanuel Macron celebra su reelección como presidente de Francia. / EFE/EPA/CHRISTOPHE PETIT TESSON

Francia y la Unión Europea respiran. Emmanuel Macron ha obtenido una amplia victoria sobre Marine Le Pen, el 58% frente al 42%, y ha sido reelegido para un nuevo mandato de cinco años. Macron, que ya fue el primer presidente saliente en 20 años que llegaba en cabeza en la primera vuelta, es también el primer presidente reelegido desde 2002. Es verdad que, cuando Jacques Chirac batió a Jean-Marie Le Pen, el padre de Marine, lo hizo con el 82% de los votos frente al 18% del líder ultraderehista. Los datos no arrojan dudas sobre la clara victoria de Macron, pero no se puede olvidar que la extrema derecha obtuvo ayer el mejor resultado de su historia, con una progresión de 8 puntos respecto de hace cinco años. Nunca la extrema derecha estuvo tan cerca de llegar al poder en Francia y eso llevó a Marine Le Pen a calificar su resultado como una "gran victoria" y a reafirmar, en su primer discurso tras conocerse los primeros resultados de los sondeos, que seguirá en la batalla política, descartando las especulaciones sobre si estas elecciones serían las terceras y últimas de la hija del fundador del Frente Nacional, ahora rebautizado como Reagrupamiento Nacional (RN).

Pero además, la líder ultraderechista lanzó un inquietante aviso: "Esta derrota no puede suponer sino una esperanza, una señal a los dirigentes franceses y europeos de que hay un gran desafío del pueblo francés, que no pueden ignorar". Ciertamente, ese desafío no se puede ignorar, pero si algo representan estas elecciones desde el punto de vista internacional es que refuerzan el papel de Francia en Europa y en el mundo y alejan la pesadilla que hubiera significado para franceses y europeos una victoria de Le Pen, que defendía la discriminación entre franceses e inmigrantes en el interior de Francia y la desestabilización de la UE, a la que pretendía convertir en una Europa de las naciones, en plena guerra de Ucrania.

El triunfo de Macron significa que, aunque debilitado, el frente republicano –el cordón sanitario ante la extrema derecha– todavía funciona en Francia. A falta de estudios detallados, es muy posible, como predecían las encuestas, que los decisivos votos de Francia Insumisa de Jean-Luc Mélenchon fueron en mayor medida a Macron que a Le Pen, pero también engordaron una abstención que alcanzó el récord del 28,2%, la más alta en 50 años. Macron tiene ahora un difícil camino por delante. El descontento en Francia es crónico, y el país no puede estar más dividido. El presidente electo, al que mucho franceses detestan por su arrogancia y su elitismo, tendrá trabajo si quiere quitarse la etiqueta de "presidente de los ricos". Eso solo lo podrá hacer si aborda el giro social con medidas como las que ha prometido entre las dos vueltas para ganarse los votos insumisos.

El vencedor prometió responder al malestar que llevó a muchos votantes a optar por la ultraderecha.

Consciente de que el enfado que hay detrás de los millones de votantes de Le Pen necesitan una respuesta, Macron prometió en su discurso de la victoria tenerlos en cuenta, como "presidente de todos los franceses". Mientras, Le Pen y Mélenchon apelaron a la tercera vuelta, las legislativas de junio, que serán decisivas para renovar o no la mayoría absoluta que obtuvo Macron en la Asamblea Nacional en 2017. Desde que las legislativas suceden a las presidenciales, el electorado opta por premiar al presidente con una mayoría confortable para gobernar, pero el partido de Macron no ha conseguido implantarse en el territorio y esta carencia convierte en una incógnita el resultado de junio.