Opinión | INTERNACIONAL

Mayor implicación en Ucrania

La presencia de Pedro Sánchez en Kiev refuerza la estrategia europea de proporcionar ayuda militar, acoger a los refugiados y contener a Rusia

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (c), en su visita este jueves a la ciudad de Borodianka, en Ucrania.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (c), en su visita este jueves a la ciudad de Borodianka, en Ucrania. / EFE/Miguel Gutiérrez

España debe asumir su parte en la única medida que puede ser efectiva a corto plazo para frenar la agresión rusa: la ayuda militar al Ejército de Ucrania. La presencia en Kiev del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, entraña una mayor implicación de España en la triple estrategia general de la UE: ayudar militarmente a Ucrania, acoger a los refugiados, contener a Rusia y amenazar con llevar ante el Tribunal Penal Internacional (TPI) a los responsables de los crímenes de guerra cometidos por la potencia invasora.

No hay en el paso dado por Sánchez una novedad específica, sino la confirmación de que la solidaridad europea con el país agredido va más allá de las consabidas declaraciones de condena, se entreabre la puerta a una incorporación de Ucrania a la UE y se tiene la convicción de que el programa de sanciones debilitará de forma palpable la economía rusa.

El envío de 200 toneladas de material militar y 40 vehículos blindados –la mayor contribución española al esfuerzo bélico–, el desembolso de 31 millones en ayuda humanitaria, la decisión de que 39 forenses y ocho especialistas del Ministerio del Interior colaboren con el TPI para reunir pruebas contra Vladímir Putin y su entorno y la reapertura de la embajada en Kiev son medidas de naturaleza práctica y simbólica similares a las adoptadas por otros socios europeos, proporcionales en cualquier caso con el hecho de que España es la cuarta economía de la UE.

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Ninguna de ellas debería tensionar la coalición de Gobierno a la vista de los muchos infiernos vividos por la población ucraniana, la multiplicación de fosas comunes y la última arremetida contra la ciudad de Mariúpol, sometida a asedio. Si algún integrante del Gobierno sigue albergando dudas acerca de la necesidad de dotar a Ucrania de medios de defensa es que es insensible al parte de daños que a todas horas llega del campo de batalla.

No hay otra forma de quebrar el espacio de confort que se ha procurado Putin, anestesiada la opinión pública rusa por la censura y la propaganda, que dificultándole al máximo la concreción de su objetivo actual: culminar la ocupación del Donbás y presentarla como la culminación de la "operación militar especial" emprendida el 24 de febrero. Esa es la meta de Putin después de casi dos meses de combates y una vez el Kremlin ha comprobado el fracaso de la soñada guerra relámpago y el reemplazo del Gobierno de Volodímir Zelenski por otro títere. Esa es la razón por la que Ucrania necesita ayuda permanente de Estados Unidos –otros 800 millones de dólares anunciados ayer– y de los europeos, impedir al presidente de Rusia apuntarse una victoria, sea o no cierta. 

Echar cuentas sobre el daño que se causaría al agresor si se cancelaran las importaciones de gas y petróleo es poco más que un ejercicio teórico: es demasiado grande la dependencia energética de países como Alemania y Hungría para que el desenganche sea de efectos inmediatos sin dañar la unidad de acción europea, que los estrategas de Moscú nunca creyeron que fuese posible. Ayudar militarmente a Ucrania y las sanciones aprobadas es, de momento, la única forma realista de desgastar a Putin; llevarlo ante el TPI junto con alguno de sus generales y secuaces es objetivamente imposible.

El régimen ruso es una autocracia con la oposición en la cárcel o en el exilio y, en lo inmediato, aun con su economía dañada, dispone de resortes –la alianza estratégica con China– para resistir el castigo de una parte de la comunidad internacional. Por eso, aunque Sánchez, después de acudir a Borodianka, ha manifestado su deseo de que los crímenes de guerra no queden impunes, es inevitable recordar que, de momento, los muros del Kremlin son inexpugnables.